Esta frase suena a un consejo paternal, sin embargo es la más profunda descripción de lo que es ser masón, es decir, un miembro de la Francmasonería Universal.
Antiguamente, hablar de francmasonería o simplemente masonería, tenía una connotación de sociedad secreta y prohibida, y en realidad lo fue por muchísimos años y su defensa del laicismo hizo que los gobiernos con fanatismo religioso persigan y castiguen a los masones, aun con pena de muerte. Todavía se recuerda a los masones que fueron fusilados durante la oscura época de Francisco Franco en España.
La francmasonería es una sociedad discreta de carácter iniciático; no es religiosa, pero profundamente filosófica y simbólica. Se basa en principios de libertad, igualdad y fraternidad y tiene como objetivo la búsqueda de la verdad a través del razonamiento, cultivando el desarrollo intelectual y moral del ser humano. Es una hermandad filantrópica orientada también al progreso social de sus miembros.
Sus orígenes están en los antiguos linderos que atribuyen a Hiram Abif, mítico arquitecto del templo del rey Salomón en Jerusalén, la fundación de la orden; pero también se atribuyen sus inicios a los sabios constructores de las pirámides de Egipto; a los hábiles ingenieros del Collegia Fabrorum de la antigua Roma y algo más reciente, a la orden de los Templarios, de los Rosacruces o a los humanistas del Renacimiento.
La masonería moderna proviene de los gremios de constructores medievales de castillos y catedrales. De hecho, masón significa albañil en inglés. Esta masonería operativa evolucionó hacia comunidades de tipo especulativo e intelectual conservando parte de sus antiguos ritos y símbolos.
Es por eso que las logias, que son la base de la estructura organizativa masónica, eran los lugares de reunión y cobijo de los albañiles del medioevo. Las logias se agrupan ahora en organizaciones de ámbito superior denominadas: “Gran Logia”, “Gran Oriente” o “Gran Priorato”. Aparecen formalmente en Europa a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
El Dr. Eugenio Espejo, iniciado en la logia “El arcano sublime de la filantropía” de Bogotá, funda la primera logia en territorio del actual Ecuador: la “Escuela de la Concordia” que tuvo activa participación en el movimiento de Independencia de 1809, que luego se formaliza con Juan Pío Montúfar como una logia lautarina de nombre “Ley Natural” bajo los auspicios de la Potencia Masónica de Nueva Granada.
Los próceres de la Independencia -la mayor parte de ellos- fueron masones, incluyendo a Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. Célebres masones, como José Joaquín de Olmedo, Villamil, Letamendi, Urdaneta, Febres Cordero, son los actores de la gesta denominada la “Fragua de Vulcano” que en forma incruenta consiguieron la libertad de Guayaquil el 9 de octubre de 1820. Y precisamente en honor a esa gloriosa fecha, la Gran Logia Equinoccial del Ecuador (Glede) levanta columnas en Guayaquil con la logia “Vicente Rocafuerte N° 49” que lleva el nombre de un ilustre masón guayaquileño.
Un masón es un hombre libre y de buenas costumbres que busca la verdad mediante el pensamiento y la defensa de la libertad, igualdad y fraternidad en la humanidad. Quien no practica estos principios y valores no puede llamarse masón.