Mediante secretos e inconfesables rituales muchos de nuestros más grandes próceres se iniciaron como masones. Su promesa de ser vivos ejemplos de moralidad y humanismo, los hizo mejores personas y - a su vez- los erigió como paradigmas de los hombres de su tiempo.
Armonía, caridad, concordia, amor, fraternidad... fueron palabras que trascendieron los márgenes de sus logias y se convirtieron en principios extendidos a sus vidas y a la manigua redentora.
Aún imagino a Francisco Vicente Aguilera presidiendo- en la logia bayamesa "Estrella Tropical"- las reuniones conspirativas de aquellos insignes patriotas y reconocidos masones. Su pensamiento altruista les impedía hacer caso omiso a la penosa realidad de Cuba, por ello en sus congregaciones también se hicieron juramentos de fidelidad a la causa libertaria y votos por una patria libre.
La masonería no es una organización política, aunque en ocasiones sus miembros han sido perseguidos por causas políticas. Tampoco es una secta religiosa, aunque sus adeptos confiesan una fe absoluta hacia sus principios y un gran respeto y veneración por el Gran Arquitecto del Universo.
Mas admiro la valentía y pasión con que supieron oponerse a cualquier tiranía religiosa o política. Elogio su actitud irreverente hacia todo lo que divide y separa los hombres, y su lucha incesante por el mejoramiento humano.
Es difícil olvidar que en esos talleres (logias) se nuclearon jóvenes como los de Artemisa, los cuales- en el año del centenario del Apóstol- se proyectaron por la construcción de una Cuba más próspera y justa. Tan noble empeño demandaba una absoluta discreción que solo los claustros masónicos permitían y favorecían.
Resulta interesante en la historia de los hombres de la escuadra y el compás, el hecho de que las autoridades de la fraternidad muchas veces coincidieron con las personas de mayores cargos y resposabilidades en las guerras por la independencia. Válido ejemplo del prestigio y la fama que distinguían a francmasones como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, Máximo Gómez y otros.
Tampoco se puede obviar la confección de nuestra bandera bajo principios masónicos en los que el tríptico igualdad, libertad, fraternidad destacaba en el significado de su triángulo y denotaba los nuevos ideales que impulsaban a los cubanos.
A pesar de las duras condiciones que imponía la guerra no se dejaron de comulgar estos hermanos, por ello fundaron logias llamadas trashumantes por ser constituidas en plena manigua. Entre ellas destacaba "La Independencia", fundada por Céspedes y que inició en la cofradía a varios mambises.
El logro de una sociedad con todos y para el bien de todos, donde la ley primera fuera la dignidad plena del hombre fue un sueño compartido por el ilustre masón José Martí. Muy pocos hombres han logrado- como él lo hizo- complementar de forma tan auténtica y natural los preceptos humanistas y filantrópicos de la fraternidad con su accionar cotidiano.
Cuando inmersos en la XVIII edición de la Fiesta de la Cubanía volvemos la vista sobre esta prestigiosa hermandad, debemos recordar que el respeto a sí mismo y a la sociedad en la que uno se asienta, no deben ser principios exclusivos de los masones, sino una guía para todo aquel ser humano que aspire a un mundo mejor.
Fuente: Diario Granma