Fundadores de Mariano Arista

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martes, 2 de septiembre de 2014

Masones: viaje a los secretos de la Gran Logia


Son cerca de 400, distribuidos en 18 congregaciones diferentes y todos celebran sus misteriosas reuniones en la sede de la Gran Logia, ubicada en calle de Juan Ramón Jiménez. Pese a no tener tantos miembros y probablemente tampoco tanta influencia como en otros países u otras épocas, la hermandad de los masones continúa muy activa en Madrid.

A pesar de los intentos de apertura efectuados en los últimos tiempos, un halo de misterio sigue rodeando a esta organización. Frente a las acusaciones de tener oscuros objetivos de poder, su líder en Madrid, Javier Escalada, defiende que se trata de una «escuela de perfeccionamiento personal» para personas con inquietudes, un lugar en el que aprender y debatir sobre valores como la libertad, la igualdad, la tolerancia o la solidaridad.

Según se recoge en su web, el acceso está abierto a todo varón mayor de 21 años que reúna tres requisitos: ser libre, tener buenas costumbres y creer en la existencia de un Dios o principio superior. En función del carácter del solicitante, este es asignado a una de las 18 logias agrupadas en la Gran Logia de Madrid. Cada una de ellas tiene su propio estandarte y se diferencian fundamentalmente por los horarios de reunión, sus objetos de estudio y los ritos que practican.

Antes de completar su ingreso, los candidatos deben cumplir con el ritual de iniciación, el momento en el que «mueres como profano y naces como masón». Desde la Logia intentan mantener el contenido de este ritual en secreto, para que la impresión sea mayor, pero se conocen algunos detalles. Los iniciados suelen entrar en la habitación semioscura donde están congregados sus compañeros, con los ojos tapados, un hombro descubierto, una manga subida, un pie en una zapatilla y una soga anudada en torno a la cabeza. A continuación, se ejecutan una serie de movimientos y ritos de iniciación.

Uno de los más llamativos consiste en encerrarlos en una cámara oscura con un esqueleto de plástico, un gallo disecado, agua y azufre, para que escriban sus reflexiones.

Amuletos y música
En las «tenidas» o reuniones, cada logia celebra sus propios ritos, un complejo conjunto de símbolos, lecturas y ceremonias estructurados en torno a un mismo tema o lección moral. Todos los miembros van vestidos con traje negro, camisa blanca y corbata, aunque en ocasiones también llevan amuletos, guantes y mandiles. Normalmente se suele poner música clásica de fondo, aunque una de las logias prefiere oír Pink Floyd. El rito está presidido desde el llamado «Trono del Rey Salomón» por el Venerable, único que conoce íntegramente el contenido de la ceremonia.

Los masones se dividen en tres categorías: Aprendices, Compañeros y Maestros. Los Vigilantes son los encargados de tutelar la formación de los miembros, que estudian temas de filosofía, historia, alquimia, religión, cábala, arquitectura o los propios ritos masónicos. Para cambiar de categoría, se deben someter a una especie de exámenes, una ceremonia en la cual se le hacen preguntas sobre los símbolos y el funcionamiento de la masonería. En las «tenidas», los Aprendices se sientan siempre en el Norte (el lugar más alejado de la luz), los Compañeros en el Sur y los Maestros en el Oeste.

Los Aprendices son también los encargados tanto de preparar la ceremonia como de servir los ágapes que siempre se celebran tras las mismas. En ellos, los miembros de la logia hablan libremente de cualquier tema, con la excepción de política y religión. Además, la Logia organiza otras actividades como charlas, fiestas, acampadas o incluso concentraciones moteras.

Aunque se conocen entre ellos, los masones se comprometen a no revelar la identidad de sus hermanos. Se trata, sostienen, de una decisión individual de cada cual. Debido a la mala fama de la que gozan en España —a diferencia de otros países como Estados Unidos, Francia o Inglaterra—, fomentada por el Franquismo, la mayoría prefiere mantenerlo en secreto.

Por tanto, resulta complicado saber quién es masón hoy en día. Según su presidente en Madrid, Javier Escalada, hay gente de profesiones muy diversas, incluso parados, pero los más habituales son «pequeños y medianos empresarios». Respecto a su influencia, sostiene, es «diferente y menos evidente» que en épocas anteriores. «Tenemos menos poder que hace un siglo», concluye.

Fuente: Agencias.