“Raíces de la apostasía moderna están en el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo y la masonería, madre común de todas ellas.” Pío XII, 1958
La francmasonería se define a sí misma como “una asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva, que procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y las artes, los sentimientos de abnegación y filantropía y tolerancia religiosa; que tiende a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias y de intereses, uniendo a todos los hombres por los lazos de la solidaridad y confundiéndolos en mutuo afecto de tierna correspondencia”. (Tomado del libro Argentinos, de Jorge Lanata)
Me suena bastante esto último. Lo oigo todos los días en la tele y hasta en los anuncios; en la prensa y la radio, en la calle, en la boca de los vecinos, en las leyes… y hasta en la Iglesia. Oigo últimamente sobre el famoso derecho a decidir. Pero… ¿para qué dar rodeos, para qué indagar? Vayamos a la fuente de tal derecho y oigamos, oigamos lo que nos enseñan los más ilustres miembros de la masonería catalana, en un vídeo publicado por Vanguardia:
León XIII a los obispos en la encíclica Humanum Genus, ¡mucho cuidado con sus artes!:
“Vuestra prudencia os dictará el modo mejor de vencer los obstáculos y las dificultades que se alzarán; pero como es propio de la autoridad de nuestro ministerio el indicaros Nos mismo algún medio que estimemos más conducente al propósito, quede sentado que lo primero que procuréis sea arrancar a los masones su máscara, para que sean conocidos tales cuales son; que los pueblos aprendan por vuestros discursos y pastorales, dados con este fin, las malas artes de semejantes sociedades para halagar y atraer la perversidad de sus opiniones y la torpeza de sus hechos…. Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida; puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los masones abiertamente contrario a la religión y buenas costumbres; pero como toda la razón de la ser y causa de la secta estriba en el vicio de la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni apoyarles de modo alguno.”
Y a los obispos de la provincia de Veneta, recuerda en Novae Condendae Legis:
“Los designios de esta secta maldita son siempre y en todas partes los mismos, es decir, directamente hostiles a Dios y a la Iglesia, y le importa poco o nada, no ya que las almas se pierdan, sino que la sociedad se precipite cada vez más en decadencia y que la misma libertad, tan pregonada, sea oprimida, con tal de encadenar y oprimir con ella a la Iglesia, y debilitar y ahogar el sentimiento cristiano gradualmente, en el seno de las multitudes.”
Pues bien, hoy parece que no hace falta quitarles ninguna máscara; se la quitan ellos mismos y van de frente. Eso sí, hay que interpretar bien la cara que se ve y el lenguaje que se oye.
Más bien tenemos que quitárnosla nosotros mismos y vernos en el espejo, no sea que tengamos que rascar algo bien sucio que se nos ha podido pegar.
No hay derecho a decidir sin más. Hay deber a decidir. Y para decidir hay que tener en cuenta varias variables. La primera siempre es Dios, y todo lo que deriva de Dios, sin perderlo de vista nunca. Entonces nuestro lenguaje será siempre distinto del de los masones, por muchas libertades, solidaridades y filantropías que hablen.
Y dará una verdadera luz.
Fuente: Agencias.