Fundadores de Mariano Arista

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miércoles, 27 de noviembre de 2013

El cumpleaños de una logia masónica


El salón de actos del Ateneo de Madrid es un hervidero de gente, algo raro en una mañana de sábado. Gente de todas las edades, muchos de los cuales se saludan con gran cordialidad pero de una manera extraña (tres abrazos, tres besos, siempre tres) y que parecen extraordinariamente contentos de encontrarse allí. La mesa presidencial tiene también tres sillas, y a la derecha hay un podio con un micrófono y un estandarte de tonos dorados. “Hermes Tolernacia nº 8”, dicen las letras bordadas sobre satén.

Lo que sucede es que la logia masónica Hermes Tolerancia cumple treinta años. Hermes es algo así como el buque insignia, la logia más veterana de la masonería en Madrid; al menos de la llamada Masonería liberal. Fue fundada en 1983, poco después de la legalización de la masonería en España tras la recuperación de la democracia. La anécdota es célebre. El entonces ministro de la Gobernación, el leonésRodolfo Martín Villa, levantó el teléfono: “Presidente, tengo aquí a los masones, que quieren inscribirse en el registro. ¿Qué hago? ¿Los detengo?” Adolfo Suárez no lo dudó: “No, legalízalos”, dijo, y en ese instante se acabaron más de dos siglos de persecución de los distintos gobiernos españoles a la masonería. Hermes nació algún tiempo después, estimulada por la masonería catalana, entonces mucho más activa. Y sigue viva hoy. Por lo que se ve, su salud es buena.
En el Ateneo, la mesa presidencial la ocupan Carmen Serrano, representante de la Agrupación Ágora, un grupo ateneísta que hace de anfitrión del acto y que lleva varios años propiciando actividades que favorezcan el diálogo entre las personas. Luego está Francisco Gálvez, actual presidente de la Logia Hermes (en la elegante y antigua terminología masónica, como explica él mismo, su puesto se llama Venerable Maestro), y, por último, la aragonesa Nieves Bayo Gallego, elegida hace año y medio Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE); es decir, la máxima representante de esa federación de logias masónicas de toda España, que cuenta con unos 40 talleres y de la que forma parte la veterana Hermes.
Entre el público hay numerosos hermanos y hermanas; también familiares, amigos y gente que está pensando si adherirse o no a esta organización antigua y poco conocida que obsesionaba tan enfermizamente al dictador Franco; y luego un nutrido grupo de curiosos. Quizá con curiosidad morbosa.
Estos se habrán visto, quizá, decepcionados. Como mínimo, sorprendidos. En el Ateneo no se produjo nada que tenga que ver con ceremonias extrañas, vestimentas fantasmagóricas, invocaciones abracadabrantes, conspiraciones ni tenebrosidades de ninguna clase. Todo eso forma parte de una leyenda ridícula que fue muy bien alimentada por la dictadura que terminó hace ahora 38 años… y por quienes sigue empeñados en que esa leyenda negra se mantenga viva, fundamentalmente la extrema derecha religiosa.
Los masones dicen de ellos mismos –y el acto del Ateneo fue una prueba evidente– que a lo que se dedican es a pensar, a estudiar, a trabajar por su perfeccionamiento personal y, a renglón seguido, por el progreso de la sociedad. Hacia delante, no hacia atrás. Con el trabajo intelectual, no con la trapacería ni con la corrupción. Y así el trigésimo cumpleaños de la logia Hermes se celebró con una maratoniana sesión de trabajo. Tres horas y media de ponencias, propuestas, ideas, debates.
Ideas, debates y reflexiones
La farmacéutica Luz Sanz, maestra masona, habló del trayecto histórico de la masonería moderna: desde su nacimiento en el tiempo de la Ilustración hasta el desafío que supone para una orden iniciática, que concede una enorme importancia al ritualismo, hallar su papel en este siglo de globalización y pantallas de plasma. Ella propone, entre otras urgencias, una apuesta terminante por la igualdad, un combate contra la manipulación de la información, un compromiso con la conservación del medio ambiente y un mantenimiento de los principios de veracidad frente a los fanáticos. Así como una búsqueda de la excelencia ética, de la participación ciudadana: “Si no nos cruzamos de brazos, las cosas cambiarán”, dijo. Eso es hoy, junto a muchas más cosas, la materialización de los viejos ideales masónicos de “libertad, igualdad, fraternidad”.
Francisco Rueda es el único de los presentes que pertenece a la generación fundadora de la logia Hermes: treinta años lleva peleando este hombre, hoy ya mayor, que a los 14 años, cuando era aprendiz en un taller de imprenta, oía hablar de los masones en términos un tanto lúgubres. Rueda habló de la larga y casi siempre difícil historia de Hermes, llena de cambios, adaptaciones, ilusión y generosidad: recuerda con emoción cómo los hermanos de Hermes enviaban dinero y medicinas a Cuba.
El escritor Ignacio Merinoañadió datos sobre el salto de Hermes a la mixticidad (la masonería más antigua y conservadora aún no admite mujeres en las logias; la GLSE sí, y Hermes fue la pionera, hace ya muchos años)  y sobre su compromiso con la acción, con la implicación ciudadana, lejos de la voluntad de introspección aislada que mantienen otros masones.
Amando Hurtado, uno de los más veteranos y respetados masones de España, dio una larga y erudita lección sobre la obra del maestro masón francés Daniel Béresniak, uno de los teóricos de la masonería actual, fallecido en 2005 tras más de medio siglo de pertenencia a la orden masónica y después de haber dejado una obra escrita ingente.
Andrés Cascio, psicólogo social, profesor y catedrático, habló sobre la “mirada introspectiva” de la masonería... y de la sociedad: de cómo la gente, el grupo social, puede transformar a la persona empujándole a cambiar su forma personal de pensar, sus ideas. De cómo la masonería emprende su análisis basándose en la razón para escudriñar una verdad que siempre acaba por ser individual… y de cómo la masonería contemporánea pretende ser una escuela de formación del pensamiento ciudadano.
El último fue Joan-Francesc Pont, catedrático de Derecho, miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas, autor de 28 libros y uno de los más ilustres masones españoles vivos. Se refirió, de pasada, a la “nueva antimasonería” española: un diario de extrema derecha, que atraviesa gravísimas dificultades, tuvo la ocurrencia hace unos días de asegurar en su portada que el Consejo General del Poder Judicial está controlado por la masonería. Y sacaban la foto del profesor Pont. Carcajadas en el Ateneo. Comentarios: “Si la prensa facha tiene que recurrir a las viejas mentiras conspiranoicas sobre nosotros para vender periódicos, es que están muy desesperados”.
Risas aparte, Pont habló de los peligros de la ignorancia (la ignorancia deseada del que no quiere saber; la ignorancia indiferente de quien no tiene ya interés por nada), de los mitos y de la razón, de la alegría... Sobre todo de la alegría que supone ver cómo se mantiene, crece y está cada vez más viva una logia masónica que ha cumplido ya treinta años.
No son muchos pero cada vez son más, y más preparados. Sus ritos parecen extraños a mucha gente (ellos dicen que no) y mantienen un aura de secreto que tratan de espantar, porque saben que les perjudica y que ya no tiene sentido. Pero ahí están, sin misterios de pacotilla, sin conspiraciones, sin fantasmas, los masones. Se dedican a reflexionar sobre lo que cada uno es y sobre lo que nos pasa a todos en este mundo que parece hundirse o haber enloquecido de codicia. Y, visto lo que se vio en el Ateneo, ese trabajo de reflexionar es duro.
Fuente: Agencias.