El obispo no pararía de denunciar algunos escritos por “atentar contra el libre ejercicio del culto” o por entender el juez de instancia de Orense que los versos de Aires da miña terra contenían burlas a Dios y al Papa”. La persecución a los escritos de Curros fue constante intentando limitar el derecho a la libertad de expresión. La defensa jurídica que hizo su abogado pretendió en ocasiones ridiculizar la acción denunciadora, ya que el sentido dado a aquellos escritos de Curros no solo denotaba ignorancia por parte de los denunciantes, sino también aviesas intenciones. En realidad la forma de escribir con la camisa de fuerza de una libertad vigilada obligaba a jugar con las segundas intenciones y la imaginación.
Otro nombre que aparece en ocasiones como exacerbado anticlerical es Tomás Bertrán i Soler. Se le biografía como protestante, anticatólico, moralista liberal y francmasón. Estos componentes unidos a una misma persona producían personajes altamente originales y complejos. Sobre el anticatolicismo o anticlericalismo que aparecen en los acontecimientos violentos anarquistas o las disputas protestantes, hemos siempre de tener en cuenta la constante provocación del catolicismo español ante cualquier disidencia. No hacerlo así no entenderíamos las violencias de asesinatos de curas en Antequera o las revueltas campesinas. En el caso del protestantismo, siempre una minoría perseguida y denostada, la violencia no pasaría más allá de las palabras, pues nunca estaba en su animó la ofensa personal.
Según Demetrio Castro [i] también era “el anarquismo un movimiento religioso cuya aspiración sería crear un mundo nuevo con una moral limpia de codicia.
De modo similar, para Brenan uno de los aspectos más llamativos del anarquismo español, y de los más significativos para entender su esencia, sería su "carácter altamente idealista y moral-religioso"; los anarquistas tratarían de establecer, de una vez y por la fuerza, una utopía cuyo ascetismo la asemejaría a la judeo-cristiana, y desde ese punto de vista moral-religioso se podría interpretar el anarquismo como la herejía protestante española que la Inquisición habría hecho imposible en su día.”
En “El Evangelio del obrero ” del internacionalista Nicolás Alonso Marselau se refleja esta conjunción de utopías y simetrías a las que apunta Demetrio Castro, todas envueltas en fervor milenarista. “ Todos sois hermanos, y debéis manifestarlo con vuestra solidaridad, no solamente para romper juntos las cadenas que os oprimen y esclavizan, sino en las necesidades y fatigas que pasáis mientras dura la esclavitud. Agrupaos para formar la sociedad laboriosa y llena de virtudes. Amad a vuestros enemigos, dándoles la luz y la verdad, entregándoles una sociedad regenerada y purificada de tanto vicio; pero no creáis que ese amor consiste en dejarlos hacer su criminal voluntad haciendo así continuar la explotación y la tiranía; amadlos revolucionariamente, esto es, haciéndoles entrar en el camino del deber social, del trabajo y de la virtud.”
Las paráfrasis al Evangelio se repiten constantemente de modo que hace del mundo social y del obrero más concretamente, una parábola moral y espiritualizante. Amaos los unos a los otros. Hablad siempre en verdad; como conviene a personas humanas, que aborrecen el orden social establecido, donde todo es mentira y farsa. Si algún hermano hace el mal contra vosotros, llamadlo cariñosamente y procurad atraerlo. Mientras tengamos, demos de nuestra miseria a nuestro hermano que tenga menos, esperando el día que todos tengamos el fruto integral de nuestro trabajo. Formemos cajas solidarias y colectivas; busquemos primeramente el Reinado de la Justicia, que todas las demás cosas se seguirán en abundancia. No os vanagloriéis de ser buenos, porque haciendo la virtud habéis cumplido vuestro deber. No condenéis en otros aquello que vosotros mismo ejecutáis. Antes al contrario, sed indulgentes con el que cae y procurad levantaros los dos a la altura que reclama la dignidad humana.
Parafrasea Marselau también las bienaventuranzas, haciendo bendito al obrero que sufre las injusticias de los grandes de la Tierra que tienen lujosos palacios y comodidades sin cuento. Entonces el Obrero vio a dos hermanos trabajadores y les dijo, Seguidme, unámonos, agrupémonos a otros para predicar el reino de la Justicia: Felices vosotros, trabajadores y pobres de esta sociedad… Felices los que lloráis la injusticia social… Felices los que, esclavizados, padecéis por la tiranía y la arbitrariedad de esos que llaman tribunales de justicia… Felices cuando os maldijeren y os persiguiesen; gozaos y alegraos porque esa es una prueba de que no estáis conforme con la explotación existente. Lo mismo han hecho con los mártires de la Verdad (…)
Estudiosos de este hecho o interrelación anarquismo y protestantismo, aseguran que los moldes morales y la austeridad típica del protestantismo histórico en sus corrientes calvinista, luterana y anabaptista, componen una parte de la ideología anarquista y serían como una herejía propia del anarquismo español. Dicen que para entender el significado del fuerte carácter idealista y moral-religioso que intentan poner en práctica los primeros anarquistas, hay que acercase al protestantismo español del XIX. Pero añaden aún más estos estudiosos del tema. El anticlericalismo anarquista y sus más virulentas manifestaciones no nacerán del protestantismo sino de la condición de antiguos fieles católicos decepcionados. Así lo expone F. E. MANUEL, 1938: The Politics of Modern Spain, Mcgraw-Hill Book Company, Nueva York: “el anti catolicismo de los anarquistas “aunque frecuentemente sacrílego, era místico en sentido propio, dotado de una violencia y un fervor que solo puede ser conforme con un ex católico”.
La postura antiliberal que adoptó la iglesia católica, con algunos frailes con las armas en la mano, distanció en las grandes ciudades a las clases populares y a los medios intelectuales.
Sin embargo Brenan, en cuanto a la hostilidad provocada por el anarquismo español, parece apuntar hacia una traición al mensaje del Evangelio en el sentido que apuntaba el protestante Alonso Marselau. El Cristo pobre y el Evangelio del obrero de este protestante estaban en la línea anarquista cristiana de Tolstoi es decir de la no-violencia activa, al estar la iglesia católica alejada de la ley de Cristo. La actitud popular hacia los órdenes religiosas como las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul, los salesianos o los hermanos Maristas, que se habían dedicado a labores sociales o de enseñanza –hermanos de san Juan de Dios, La Salle o Escolapios-, sufrirían el más alto número de victimas de violencia anticlerical. Quizás la proximidad física de los conventos a los barrios obreros, hizo que fueran las principales víctimas y sobre ellos cayese la culpa de una política de la iglesia católica que se sentía como represión, discriminación y engaño por parte de las organizaciones sindicales y políticas.
Cuando hablamos de un anarquismo no violento y hasta evangélico, no definiríamos bien su esencia puesto que todos los autores reconocen esa condición de antiteista y antireligioso. Sin embargo la mística anarquista en muchos casos parte de la visión y formato del Evangelio para señalar la corrupción y la traición a sus enseñanzas. Así cuando leyendo coplas y versos de la época, se comparan las obras del Papa y de Jesucristo y deducen que el Papa es el Anticristo. Otros versos dicen: Señores ensonatados… pues solamente empleáis /vuestro talento y trabajo/ en pro de una sola clase/ la de los privilegiados . [ii] Para manifestar sus ideas revolucionarias, el anarquismo desplegó un lenguaje anticlerical, con altas dosis de idealismo, con gusto por la sátira y la burla, creando personajes caricaturescos, adornados de grandes improntas religiosas.
Dice Demetrio Castro, en su artículo citado anteriormente, que “sus más importantes pensadores fueron todos inequívocos en lo que concierne a la religión y las iglesias, viendo en ellas un componente del poder y la autoridad en la sociedad capitalista, así como un formidable instrumento para la sumisión moral e intelectual. Asumieron sin reservas la noción "narcótica" de la religión como "opio del pueblo" —tópico que Marx, en tiempos de la Guerra del Opio, popularizó dando con el estupefaciente adecuado, pero que procede de d'Holbach y los materialistas del siglo XVIII, de donde la tomaron los anarquistas”.
Resalta Gerald Brenan la importancia de la propaganda impresa protestante en Andalucía en el siglo XIX, con abundante difusión de tratados de controversia y la misma difusión de Biblias y Nuevos Testamentos entre el campesinado, pero también entre las clases medias y profesionales liberales. Hace hincapié en el caso Matamoros con su actividad en defensa de la libertad y del Evangelio como activador de los sectores políticos e ideológicos. Demetrio Castro insiste en que activó los viejos resortes anticlericales, pero es evidente que el grito ¡Abajo el Papa! escuchado en Loja no eran palabras ni sentimientos de Matamoros y otros encarcelados protestantes. Nunca en la mente de Matamoros ni de aquellos adalides del protestantismo estuvo la idea de instigar la revuelta ni inspirar sublevaciones anarquistas o socialistas. Ningún documento de entonces puede considerarse una llamada al levantamiento.
Se entiende mejor la simpatía que sintieron las fuerzas políticas anti-isabelinas por la causa protestante en lo tocante a la constante denuncia de la intransigencia clerical. Todos apoyaban y defendían al protestantismo habiendo unanimidad en la prensa progresista y demócrata como en El Clamor Público de Fernando Corradi o en los versos del protestante Tristán de Medina que le dedicó una oda “ A los nuevos mártires ”. Sin embargo ese conocimiento, amistad y empatía hacia el protestantismo por parte de la rama anarquista de la internacional, no sobrepasó un conocimiento doctrinal o socio-religioso del protestantismo sino un simple apoyo y aprobación ante el desafío constante del sectarismo católico.
Demetrio Castro cree que el protestantismo no triunfó revolucionariamente porque hizo profesión de neutralidad social y de pasividad política. Es lo mismo que apunta Anselmo Lorenzo en el capítulo 8 de “ El proletario militante ” cuando este admite ir “contra el cristianismo, que por la palabra de su maestro enseña que siempre habrá pobres en el mundo, es decir, que en él reinará siempre la iniquidad, levantándose limpia y resplandeciente la fórmula de La Internacional: No hay derechos sin deberes, ni deberes sin derechos”. Rechazaban los anarquistas un mensaje que se ceñía exclusivamente a la salvación espiritual y personal. Entendían que el orden social que presentaba la Reforma tenía los mismos esquemas religiosos tradicionales y por tanto no podía producir la rebeldía y la tensión moral que presentaba el anarquismo. El protestantismo también producía desafección religiosa y social, pues como decía Anselmo Lorenzo "nohabía diferencia esencial apreciable entre los curas de sotana y los de levita".
De todo lo expuesto, mi visión personal de aquel protestantismo inicial, dirigido por ex curas en gran parte y mezclado con ideas revolucionarias y anarquistas, no pudo ser nunca anticlerical, porque tenía componentes religiosos tradicionales y clericales. En las encarnizadas luchas contra clérigos y prelados nunca el combate fue personal, sino contra sus supersticiosas doctrinas alejadas del Evangelio.
El enfrentamiento del clero que defendía sus intereses contra el protestantismo nunca puede ser considerado anticlerical o anticatólico como pretenden muchos expositores, sino antiprotestante. Y esto es así porque era una simple reacción de defensa ante el tan temido protestantismo. Sin embargo, no dejarían de ser anticlericales muchos de aquellos movimientos políticos que pudieron revolucionar las masas y incitarlas a la agresión.
[i] Anarquismo y protestantismo. Reflexiones sobre un viejo argumento. Demetrio Castro Alfin
[ii] La ideología política del anarquismo español . Álvarez Junco .Siglo XXI, Madrid; " La prensa política de Sevilla en el Sexenio democrático (1868-1874)" Eloy ARIAS et al., Información y ciencia, Sevilla, Pliegos de Información, 1995
Fuente: Agencias.