A principios de 1866 el imperio que había creado Maximiliano de Habsburgo poco a poco comenzaba a desmoronarse; después de varios años de luchas, el ejército conservador había mejorado en su aspecto táctico bajo el mando de sus experimentados jefes, los generales Miguel Miramón, Leonardo Márquez y Tomás Mejía, pero también las tropas republicanas se habían organizado y lo que en un principio fueron guerrillas aisladas que habían perturbado a las fuerzas imperiales, se habían transformado en ejércitos regulares que ponían en peligro al imperio; por lo que el panorama en el país cambió por completo.
En el norte la presencia de Mariano Escobedo, Ignacio Mejía y otros destacados militares veteranos de la Guerra de Reforma, había provocado el surgimiento de soldados más jóvenes en todo el territorio nacional, llenos de ímpetu y de exaltado patriotismo. Entre éstos estaban Antonio Rosales, Nicolás Régules, Eulogio Parra, Andrés S. Viesca, Ramón Corona, Ignacio Pesqueira y otros más que aparecieron en los diversos estados de la República, enfrentándose estos a fuerzas superiores en número y recursos bélicos, pero que poco a poco tendieron redes que se fueron cerrando en contra de los invasores y las fuerzas reaccionarias.
La actuación del Comandante del Ejército de Occidente, General Rosales, despertó y creó una tenaz resistencia a las fuerzas imperialistas, misma que demostró en la defensa de Mazatlán y en la batalla de San Pedro. Más tarde, a la muerte de Rosales, el General Ramón Corona tomó el mando y consolidó al Ejército de Occidente.
Cuando Corona tuvo conocimiento de que el enemigo evacuaría la plaza de Mazatlán, resolvió formar una Brigada como vanguardia del Ejército de Occidente que debería marchar sobre Jalisco.
Los últimos restos de las tropas francesas que habían quedado en Jalisco se replegaron y en diciembre le fue entregada la ciudad al jefe imperialista, General Ignacio Gutiérrez. En tales circunstancias la Brigada de vanguardia penetró en el estado de Jalisco llegando hasta la población de Autlán. En ese sitio, el día 10 de diciembre el Coronel Parra se enteró por sus exploradores, que una columna de franceses y conservadores mexicanos había salidos de Guadalajara rumbo al sur; a mediados de ese mes, se dio un enfrentamiento entre ambas fuerzas, en una lucha tan encarnizada que el combate, iniciado a las once de la mañana, se prolongó hasta las cuatro de la tarde, cuando los republicanos alcanzaron una completo victoria.
El encuentro definitivo se dio en la plaza de Guadalajara, ya que los imperialistas, al enterarse de la derrota, abandonaron la ciudad esa noche; dejando el campo libre para los republicanos, que entraron triunfantes a la capital de Jalisco. El día 14 de enero de 1867 arribó a Guadalajara el General Ramón Corona.
De esta forma la efímera monarquía de Maximiliano perdía otro de sus estados a manos de los ejércitos liberales, quienes cerraban el cerco militar que poco a poco terminarían con la derrota y rendición de las tropas imperialistas.
Fuente: SEDENA