Tomado de: http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=349798
La Franc-masonería, como toda institución milenaria, tiene su filosofía que nos da una visión de la naturaleza, del hombre, de la vida, del conocimiento humano, de la sociedad y de la historia.
Lo mismo las cuatro grandes religiones y sus iglesias ubicadas en todas partes del mundo, bajo el amparo de sus predicadores: Zoroastro, Moisés, Jesucristo y Mahoma; quienes junto a miles de sus seguidores difundieron la palabra divina seguidos por millones de seres humanos, trazando, para las sociedades, una senda mejor de la que han tenido, presentándoles un conjunto de principios, cuya adopción plena podría tener influencia en los destinos del futuro.
De los cuatro enviados de Dios, con excepción de Zoroastro, reformador religioso persa, Moisés, Jesucristo y Mahoma, llegaron a ser leídos, predicados y defendidos por millones de creyentes en todo el mundo.
Sus idearios religiosos nos dan una visión del mundo, de la vida, del futuro del hombre y de una sociedad ideal.
Sobre la Franc-masonería, nos dice Kauffman y Cherpin en su obra Historia Filosófica de la Masonería , remontándose al estado de las primeras sociedades, a las condiciones que preceden a las relaciones de los individuos con las épocas de la formación de esas mismas sociedades, nos refieren que quedan para siempre en un enigma inexplicable, por más esfuerzos que haga la arqueología prehistórica y la filología etnográfica.
Las sociedades pasan lentamente del estado semi-salvaje al estado de un pueblo pastor, y de éste al de agricultor.
Con este hecho la propiedad nace con todos los bienes que ella nos proporciona y con todos los males que a ella nos incita.
Al desarrollarse los intereses materiales surgen las debilidades inherentes a la especie humana: el antagonismo, la envidia, el odio y la guerra.
Los primeros jefes de las sociedades, no tardaron en abusar de la fuerza que les prestaban las tropas sometidas a su mando, las cuales habían combatido con ellos y en cuya presencia se granjearon el prestigio de la victoria y de la seguridad que les presta la opinión y cuando sus intereses particulares podían darle el carácter de interés general.
Los poderosos enseñan al hombre a que sacrifique su libertad, su bienestar y hasta su vida, prometiéndole la resurrección a otra vida más dulce y en otro mundo más lleno de atractivos.
Amenazan a los que fueron enemigos del tirano, con tormentos que no tendrían fin -el infierno-, obligándolos a que respeten la fuerza y la violencia como leyes emanadas de Dios, al que representan sentado sobre nubes y con el rayo exterminador en la mano para castigar a los rebeldes.
Nos dicen los autores que los poderes establecidos en sociedades envilecidas, donde había hombres virtuosos e inteligentes que conservan la tradición de sus derechos y quienes no pudiendo destruir la tiranía, intentaron socavarla sórdida y también religiosamente, adorando por convicción a un Ser Supremo, Creador del Universo, conservando la religión natural, rechazando los dioses ridículos y las vanas ceremonia del culto nuevo.
Entonces, los hombres que hasta esa época se habían reunido libremente, se ven precisados a rodearse de la sombra con que necesitaban protegerse; y la que hubiera sido, con la fuerza de la libertad, una gran religión, se convirtió en un culto reservado; y la que hubiera sido una escuela filosófica de sublimes máximas morales públicas, se tornó en un poder misterioso.
He aquí el principio de las sociedades secretas tan temidas y combatidas por los poderes civiles y teocráticos, tan calumniadas y difamadas, cuando su tendencia ha sido perfeccionar la especie humana.
Los iniciados en las sociedades secretas eran amenazados con la pena de muerte, por pretender revolucionar el orden establecido y reafirmar el juramento que recuerda la época de lucha y peligro, a que se exponían los que pregonaban su creencia en un solo Dios: E. Gran Arquitecto del Universo.
Las banderas de las sociedades secretas eran LA TRINIDAD SANTA que viene como bandera de las sociedades oprimidas, ESCUDO SAGRADO en que todos los pueblos subyugados fijan sus miradas, ESTANDARTE muchas veces ensangrentado, y otras tantas, resplandeciente, iniciando el rumbo del perfeccionamiento con las palabras: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.
Tal es el origen de la Franc-masonería, denominando a sus integrantes franc- masones, que eran artesanos dedicados a producir las obras de mayor calidad dentro de la cofradía, mientras que un masón era un alarife, ajeno a los saberes de la hermandad durante la edad media.
La masonería tiene sus orígenes en la Edad Media , según algunos autores, donde los gremios constructores participaban en las actividades de la construcción y poseían el saber arquitectónico de aquella época.
Tres categorías de masones existían en las cofradías: los aprendices, los oficiales y los maestros.
Ser parte de la masonería, durante la Edad Media y hasta la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX, era sentirse parte de un gremio, era una forma de organización y ejercicio de la libertad individual.
Entre los masones, los había operarios y los del trabajo intelectual o espiritual.
La masonería tiene su origen en el concepto de Franc-masonería, lo cual, para algunos autores, significa lo mismo.
En ambos casos, se propone, no sólo construir edificaciones en el sentido clásico medieval, sino reconstruir individuos y sociedades, en vías al perfeccionamiento en la formación de valores laicos, que generen una nueva moral en la sociedad humana.