Uno de los presos masones que se encontraban en Víznar dijo haber dejado un símbolo de la sociedad secreta en el lugar donde se hallaba sepultado García Lorca
Por: Juan LuisTapia
En la antesala de la muerte, en Las Colonias de Víznar, lugar al que conducían a los que iban a ser asesinados, se encontraba también un grupo de masones a quienes se les había 'perdonado' la vida a cambio de que hicieran de enterradores de los ejecutados y otros trabajos al servicio de las tropas sublevadas.
Hasta hace no pocos años, los descendientes de aquellos enterradores sepultados en vida por el régimen franquista guardaron silencio sobre un pasado vinculado a la masonería y sobre lo ocurrido en relación a Federico García Lorca. Una muestra titulada 'La maleta de Penón', donde se exhibían los documentos sobre la investigación del escritor hispano estadounidense, reveló nuevos datos. Uno de los descendientes de aquellos masones, los de la familia H. R. , rompió el silencio. Dos miembros de esta familia, que habían pertenecido a la masonería de la ciudad de la Alhambra, pudieron escapar del pelotón de ejecución trabajando como enterradores en Víznar y Alfacar. Allí coincidieron con Manuel Castilla Blanco, 'Manolo El Comunista' y otros masones, todos ellos identificados como la Escuadra de Juan Simón, nombre que tomaron irónicamente de la canción 'La hija de Juan Simón'.
La noche del 18 al 19 de agosto de 1936 supieron que estaban dando sepultura a Federico García Lorca junto a otras víctimas. Algunos de los trabajadores de la Escuadra de Juan Simón reconocieron al poeta y decidieron conservar un distintivo en el cuerpo de Lorca por si alguna vez podían ser rescatados sus restos.
El testimonio contradice la versión de estos hechos que uno de los ocho masones que fueron 'destinados' a Víznar, el barbero Antonio Mendoza Lafuente, dio en 1955 a Agustín Penón y posteriormente, entre 1969 y 1970 a Molina Fajardo. Mendoza Lafuente indicó a los dos investigadores que el grupo de masones fue trasladado a Víznar un 24 de agosto y de este modo no podían haber presenciado el asesinato de García Lorca.
Penón se interesó por las causas de la detención de Mendoza, quien le contestó: «Ser masón es el mayor delito que se puede cometer en esta España nuestra».
Enterradores
Cuando en un lejano 4 de agosto de 1936, ya declarada la Guerra Civil, se denunció que existía un templo masónico en el hotel Reúma, inmediatamente empezaron a detener a los integrantes de la sociedad. A diecisiete de ellos los llevaron juntos a la comisaría, donde fueron recluidos todos en una habitación muy pequeña, hasta el día 24, víspera de San Luis rey de Francia, en que los trasladaron de lugar. Y a un grupo formado por ocho de estos masones, entre los que se encontraban los más jóvenes, se le trasladó a Víznar.
Mendoza refiere el miedo terrible que pasaron en aquel trayecto que hicieron en coche hasta Víznar creyendo que les iban a fusilar. Al llegar a Las Colonias les preguntaron que si querían cenar; todos dijeron que no. Su sorpresa fue al comprobar que no les dejaban en la sala baja, en donde aguardaban los que iban a ser fusilados, sino que les subieron a un dormitorio de los que había en el piso alto para que pasaran la noche, aunque les advirtieron que no debían asomarse a las ventanas, que ellos dejaron abiertas de par en par, pues fue una liberación que entrara el aire limpio de la noche después del hacinamiento que, durante veinte días de calor asfixiante, habían padecido en el encierro de la comisaría.
A la mañana siguiente, muy temprano, les repartieron los picos, palas y espuertas para empezar su trabajo. Los prisioneros eran destinados a construir fortificaciones y arreglar caminos y carreteras. En aquella misma mañana también supieron que otro de los trabajos que les estaba reservado a los prisioneros era el de enterradores. Y en el amanecer de ese día ya cavaron la sepultura de diecisiete fusilados, en las cercanías del barranco donde empezaban a tener lugar las ejecuciones. Anteriormente los fusilamientos se habían realizado, primero en el camino de la Alfaguara y después cerca de Fuente Grande, en donde mataron a Federico García Lorca.
A los masones que llegaron al 'barranco de la muerte' se les afeitó la cabeza y se les colocó el mandil masónico como signo infamante. Aquellas personas fueron: José Rivas Rincón, Manuel Plaza Caro, Antonio Henares, Antonio Mendoza Lafuente, Francisco Jiménez Bocanegra, José Lopera Vaquero, Fernando Fernández García y Francisco Moral Galán. De todos ellos, únicamente este último, Francisco Moral Galán, reclamado por una denuncia, primero desde su pueblo Güéjar Sierra y meses más tarde también desde Granada, fue fusilado.
Los otros siete masones siguieron prisioneros en Víznar logrando sobrevivir. Y se da el caso de que, a mediados de septiembre, el mismo jefe de la guarnición, José María Nestares, ya había intervenido en su favor ante el arzobispo Agustín Parrado, mencionando la conducta ejemplar de estos prisioneros en el terrible trabajo que se les impuso.
El expediente
¿Es cierta la afiliación de Federico García Lorca a la masonería? Todo apunta a que el poeta estaba afiliado a la logia de la Alhambra con el nombre de 'Homero', según consta en algunos documentos de esta sociedad, uno de ellos reproducido en el libro 'Los últimos día de García Lorca', de Molina Fajardo.
Esta lista, en la que aparece el nombre del poeta, se suma al expediente de responsabilidades políticas seguido contra García Lorca, bajo el número 630 de 1940. En unas diligencias abiertas por la comisaría se confirma la pertenencia del autor de 'Yerma' a la masonería. Estos documentos han sido puestos en cuestión por los investigadores, quienes afirman que lo único que se pretendía era justificar el asesinato.
Lo cierto es que, según el investigador Francisco López Casimiro, García Lorca mantuvo una estrecha relación con algunos masones, como Fernando de los Ríos, quién llegó a considerar a Federico «su hijo espiritual». Otros 'hermanos' amigos de Lorca fueron Francisco Callejón (íntimo del poeta), José Raya, Constantino Ruiz Carnero, José Villoslada, Alfredo Daneo y Francisco Callejón. También contó entre sus amistades con algunos miembros de la logia Alhambra en 1927, Gabriel Bonilla, Virgilio Castilla, Luis Fajardo, Joaquín García Labella, José Megías Manzano, José Murciano, Enrique Rodríguez Santos y Francisco Vera Guglieri. La causa masónica se presenta como una más de las posibles que llevaron al poeta a su detención y posterior asesinato, pero es una teoría que se suma a las muchas existentes. Nunca se encontró la denuncia.
Tomado de: http://www.ideal.es/granada/20081023/cultura/hermanos-homero-20081023.html