Miles de libros se agolpan en cajas de cartón y frías estanterías a la espera de ser catalogados
Las polillas le han dificultado la supervivencia pero 'Comentarios de Horacio', de momento, gana la batalla. Nació en Venecia en 1492 de la mano del humanista italiano Antonio Mancinelli, gracias a la impresión de Bonetto Locatelo y a la ayuda económica de Octavio Schoto. Es el incunable más antiguo de los más de 70.000 libros que posee la biblioteca eclesiástica del seminario del Monte Corbán.
Matemáticamente toca a diez mil libros por seminarista (en el año 1965 había 500 estudiantes). Suponiendo que uno de estos religiosos viviera 90 años, tendría para cada tres días, una novela nueva por descubrir. Ya lo dijo el erudito Marcelino Menéndez Pelayo: “lo único que siento de dejar este mundo, es todos los libros que me quedan por leer”.
Desde mayo de 2011, dos documentalistas, Andrea García y Almudena Oria con la ayuda de dos voluntarios, Enrique García (con 73 años, lleva cuatro acercándose cada mañana al seminario) y Julián Lazúen, trabajan día tras día en las labores de catalogación. Hasta el momento, han ordenado cuidadosamente 20.000 volúmenes y en algunos han tenido que realizar labores de restauración. “Hay libros que hemos tenido que limpiar, sanear y desinfectar”, explica Oria.
Lo que más urge es tener la sala de teología, filosofía, derecho y psicología al día. Por el momento, El Quijote de Cervantes, El judío errante de César Vidal y proverbios y cantares de Antonio Machado tendrán que convivir con la Masonería, La Inquisición y cientos de Biblias en las seis salas destinadas a albergar libros y documentación del seminario de Corbán.
Utilizan un programa llamado Filemaker en el que insertan el nombre, fecha, autor, edición, temática, Número Internacional Normalizado del Libro (ISBN) y anotaciones de cada ejemplar.