Fundadores de Mariano Arista

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lunes, 17 de agosto de 2015

La biografía secreta de San Martín


Desde antes de su llegada a Buenos Aires, hasta el postrero reconocimiento de su figura por parte de las autoridades eclesiásticas argentinas, transcurrieron más de 70 años, y en cada episodio de la vida de San Martín (la creación del Regimiento de Granaderos y sus campañas, la independencia en Tucumán, el cruce de la cordillera, la liberación de Chile y Perú, la entrevista con Bolívar en Guayaquil, el exilio en Escocia, Bruselas y Francia, y la demorada repatriación de sus restos) puede verse el signo documentado de su condición de masón. Hace unos años la masonería argentina difundió, a través de su máxima autoridad, un resumen oficial de sus actividades y filiación, poco difundidas en las biografías que se conocen de San Martín.
En las vísperas de nuestro mayo de 1810, España resistía el avance de las tropas bonapartistas, y fue Cádiz el último bastión de esa resistencia. Allí, varios próceres de la libertad americana se reunían secretamente urdiendo planes, entre ellos, José de San Martín, quien poco tiempo después llegaría a Buenos Aires a prestar sus esenciales servicios en plena identificación con aquellos.
El informe da cuenta que se inició en 1808 en la Logia Integridad de Cádiz y poco después se afilió a la Logia Caballeros Racionales Nº 3, también de Cádiz, donde recibió el grado de Maestro Masón. Tras un breve paso por Sevilla se estableció en Londres durante cuatro (enigmáticos) meses y allí co-fundó la Logia Caballeros Racionales Nº 7.
Con el Conde de Fife, prominente figura de la masonería inglesa, acordó los detalles de su regreso al Río de la Plata. En Buenos Aires estableció rápido contacto con Julián Álvarez, de la Logia Independencia (a la que pertenecía Belgrano), y con su ayuda fundaron la famosa Logia Lautaro. Después de organizar el Ejército del Norte en Salta y dejarlo en manos de Güemes, constituyó la Logia Lautaro de Córdoba (1814); y a los cinco meses, siendo intendente de Cuyo fundó la Logia Lautaro de Mendoza.
Con Belgrano instaron a la convocatoria del Congreso de Tucumán que resolvió la Independencia en julio de 1816. Tres semanas más tarde, fue nombrado General en Jefe del Ejército de los Andes y fundó la Logia del Ejército de Buenos Aires en la que fue designado Venerable Maestro.
Tras el cruce de la cordillera, el Ejército de los Andes triunfó en Chacabuco (1817) y San Martín redactó el parte de batalla que lleva la rúbrica que utilizaba en los documentos masónicos. A poco de su entrada victoriosa en Lima fue proclamado Protector del Perú y decidió, entre ellas otras disposiciones, la clausura de la Inquisición, y destinar sus bienes a la conservación de la biblioteca limeña. Inmediatamente fundó la Logia Paz y Perfecta Unión de Lima, la primera de la Gran Logia del Perú, y fue la Logia Estrella de Guayaquil la que programó los preparativos de su encuentro con Bolívar.

San Martín en EuropaAl instalarse el Congreso Constituyente del Perú, San Martín embarcó a Londres (1824), se reencontró con el Conde de Fife y pasó un tiempo en Escocia asistiendo a reuniones masónicas de las logias San Andrés y San Juan Operativo, y otro en Bruselas donde se incorporó a la Logia La Perfecta Amistad. Ya radicado en Francia retomó la relación con Alejandro Aguado, Marqués de las Marismas, con quien asistió a la Logia de Ivry.

Repatriación
San Martín fallece en Boulogne Sur Mer el 17 de agosto de 1850 y cinco años después, la Logia Unión del Plata de Buenos Aires designó a Sarmiento (masón) para gestionar la estatua que recordara la memoria del Libertador.
La ceremonia de inauguración se desarrolló en julio de 1862 e hicieron uso de la palabra los masones Bartolomé Mitre a cargo del Poder Ejecutivo Nacional, el general Enrique Martínez en representación del Ejército Argentino, Tomás Guido, amigo íntimo de San Martín y el general Lucio Mansilla, Comandante de la Guardia de Veteranos.
De inmediato, la masonería argentina comenzó las gestiones para repatriar sus restos; el proyecto legislativo fue aprobado, pero la guerra de la Triple Alianza demoró el traslado hasta 1880. La comisión a cargo de esas tareas pensó colocar los restos provisoriamente en la Catedral de Buenos Aires pero las autoridades eclesiásticas objetaron la idea: los códigos canónicos prohibían depositar los restos de un masón en un lugar consagrado, aunque después de numerosas reuniones y consultas, la iglesia aceptó la construcción del actual mausoleo donde reposan, externo, anexo a la Catedral.
Tuvieron que pasar veinte años (1900) para que las autoridades eclesiásticas comenzaran a rendirle su justo homenaje. Desde mucho antes ya representaba el paradigma de las virtudes masónicas claramente volcadas a su vida civil y militar.


Londres secretoUno de sus primeros pasos en Londres fue concurrir a la casa de Francisco de Miranda, en Grafton Street, donde funcionaba la logia Gran Reunión Americana, y junto a Zapiola fue promovido al quinto grado de la Masonería. Mantuvo además contacto con prominentes masones ingleses, conociendo los planes del escocés Thomas Maitland y su grupo parlamentario, encabezado por James Mac Kintosh, destacado masón, partidario de la independencia americana, amigo a su vez de Thomas Cochrane, que sería el almirante de la flota del Pacífico que cubrió el avance de San Martín de Chile al Perú. Los cuatro meses que San Martín permanece en Londres le permiten ultimar los planes que ya tenía ideados, con estricta reserva: sólo escribía cartas, en las que no delataba sus propósitos. El 19 de enero de 1812, con todo arreglado por el conde de Fife (James MacDuff), junto a Alvear, Holmberg, Zapiola, Chilavert y otros, aborda la fragata Canning rumbo a Buenos Aires y el 9 de marzo de 1812 desembarca en Buenos Aires.
La Encíclica “In Eminenti” del Papa Clemente XII expresa: “Hemos decretado condenar ciertas sociedades, asambleas, reuniones, convenciones o sesiones secretas, llamadas masónicas bajo pena de excomunión”. Nada demuestra que a la fecha haya sido derogado.
Fuente: Agencias.