Fundadores de Mariano Arista

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domingo, 18 de octubre de 2009

Schiller, poeta de la libertad

Tomado de: http://diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=5534

Las preocupaciones de Johann Christoph Frederich von Schiller sobre la libertad y su rechazo a la tiranía están presentes en buena parte de sus producciones artísticas.

Por Alberto Benegas Lynch

Explica el historiador estadounidense de la música Irving Kolodin (1908-1988) que la primera versión de lo que hoy se conoce como “Oda a la Alegría” del célebre dramaturgo Johann Christoph Frederich von Schiller -luego popularizada por Beethoven en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía en D Menor, Opus 125- se titulaba “Oda a la Libertad” y fue censurada por el gobierno con ese título.

Al cumplirse un año del colapso del Muro de la Vergüenza en Berlin, Leonard Bernstein dirigió la orquesta compuesta por músicos de Estados Unidos, Francia, Rusia y Alemania para ejecutar aquella Novena Sinfonía donde en la parte coral se introdujo la letra original: “Oda a la Libertad” (“Ode An Die Freiheit” en lugar de “Ode An Die Freude”).

Las preocupaciones de Schiller sobre la libertad y su rechazo a la tiranía están presentes en buena parte de sus producciones artísticas. Así, en Guillermo Tell el autor retrata a un hombre del pueblo suizo que al pasar por la plaza de Altdof con su hijo observa que el gobernante local a colocado su sombrero en un poste para que la gente salude y, de ese modo, hacer sentir el estado de sometimiento. Guillermo se burla de semejante manifestación de despotismo, pero el gobernante de marras en ese momento transita por el lugar y lo castiga haciendo que lance una flecha a una manzana ubicada sobre la cabeza de su propio hijo. Tell logra el cometido no sin antes aclarar que llevaba una segunda flecha para dirigirla al tirano en caso de fallar en el primer disparo. El gobernante considera esa declaración como una falta de respeto a su persona y lo manda a prisión de la que logra huir y mata al tirano, un hecho que es considerado como señal para la sublevación de los cantones y se establece una nación libre por lo que Guillermo Tell es considerado un héroe y el fundador de la nación suiza. Tal vez la frase más resonante de la obra en cuanto al individualismo del autor es la que dice que “El hombre fuerte tiene más fortaleza cuando está en soledad”.

Del mismo modo, Don Carlos alude al saludable levantamiento de Flandes contra el yugo español (en donde se hace especial hincapié en la libertad de pensamiento y expresión) y La doncella de Orleans se refiere a la liberación de Francia. Wilhelm von Humbolt y Gothe lo consideraban a Schiller como el mejor poeta de todos los tiempos y un defensor de la libertad y un detractor de los abusos y arbitrariedades del poder, comenzando por Napoleón a quien detestaba con particular vehemencia. Inspiró, además de Beethoven, a Giuseppe Verdi y a Gioacchino Rossini. En su época, las obras de Schiller fueron prohibidas en colegios alemanes y por la Iglesia y, naturalmente, en su momento, por Hitler.

En 1794 publicó el libro titulado Sobre la educación estética de los hombres que contienen veintisiete cartas divididas en seis partes que apuntan a la elevación moral de las personas en cuyo contexto se refiere a la tensión entre los aspectos materiales y sensoriales del hombre frente a su capacidad racional. Esas cartas contienen infinidad de enseñanzas imposibles de sintetizar de un artículo periodístico pero podemos ilustrarlas apenas con unas cinco citas: “Vive en tu siglo pero no te conviertas en su criatura”, la importancia de “mantenerse fiel a los sueños de juventud”, cuando alude a la Revolución Francesa escribe que fue “un gran momento que encontró a gente pequeña”, condena el que las personas no dediquen parte de su tiempo a la defensa del sistema liberal al manifestar que “sería considerado una traición la indiferencia culpable sobre el bienestar de la sociedad si no compartimos el interés por ella” y, finalmente, dos pensamientos que vinculan la libertad con el arte: “La obra más perfecta de arte es el establecimiento y la estructura de la verdadera libertad política” porque “el arte es la hija de la libertad”. En su obra inconclusa Demetrius nos advierte que “la voz de la mayoría no es prueba de justicia”.

Schiller era masón como casi todos los espíritus libres de la época puesto que era la manera de poder conspirar contra los atropellos del poder político en general apoyado por la Iglesia oficial, así escribe en el antes mencionado trabajo sobre la educación estética que “la opresión ha sido formalmente autorizada por la Iglesia”. La masonería original ha sido siempre partidaria del respeto recíproco basada en el predominio de valores espirituales y morales tal como lo atestiguan desde las guildas medievales a la Gran Logia de Inglaterra de 1680 a la que siguieron las de Francia, España, Escocia. Irlanda, Estados Unidos y América latina que acompañaron a todos los movimientos independistas (por eso es que todos los próceres pertenecían a logias).

Por su espíritu liberal es que contemporáneamente dictadores como Mussolini en Italia, Hitler en Alemania (como ya se consignó), Salazar en Portugal, Franco en España y Stalin en la Unión Soviética las prohibieron (Perón no lo hizo porque seguramente no estaba informado de la existencia del poeta, en su lugar prefería insistir en el autobombo soez y, por cierto, obligatorio de “que grande sos, cuanto valés” y demás bazofias de tenor equivalente).

Schiller perteneció a la Logia denominada Lodge Günther Zum Stehenden Löwen con la que colaboró con reiteradas presentaciones orales en defensa de los principios éticos de independencia, libertad y responsabilidad individual.

Dado que este formidable poeta inspiró a uno de los músicos mas destacados de todos los tiempos, con la venia del lector y como una nota al margen, para cerrar esta columna, quiero consignar un breve comentario respecto a algunas de mis marcadas preferencias musicales. Antes que nada, la emocionante primera marcha de “Pompa y circunstancias” de Edward Elgar que se ejecutó en nuestro casamiento con mi María con la que ahora cumpliremos cuarenta y cinco años de matrimonio. En segundo término, una parte extraordinaria de la “Marcha de la coronación” de la ópera El profeta de Jacob Meyerbeer con la que se casaron mis padres. En tercer lugar, el espléndido “Va, pensiero” de Nabucco de Giuseppe Verdi que relata la loable y valiente búsqueda de la libertad del pueblo judío en vista de la opresión de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Esta composición que siempre me atrajo, la utilicé como cortina musical en el programa televisivo que conduje en Buenos Aires (“Contracorriente”) y en el programa radial que también conduje en Colonia-Uruguay (“Pensando en voz alta”). Por último, en otro plano distinto, la letra con la que me siento tan identificado escrita por Paul Anka y cantada magníficamente por Frank Sinatra: “My way”.