Fundadores de Mariano Arista

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lunes, 12 de enero de 2015

Andalucía y la masonería

Andalucía fue, desde mediado el siglo XIX hasta la Guerra Civil, la región española de mayor implantación de la masonería, según un diccionario histórico que reúne referencias biográficas de casi 6.000 masones andaluces, publicado por las Universidades de Sevilla y Huelva.

Con dos tomos y un total de más de 1.200 páginas, el diccionario biográfico "Los masones andaluces de la República, la guerra y el exilio" da cuenta de la práctica totalidad de los masones que actuaron en Andalucía desde 1898 hasta la Guerra Civil, según ha dicho a Efe el catedrático de Historia de la Universidad de Sevilla Leandro Álvarez Rey.

Álvarez Rey, uno de los coordinadores de la obra en la que han trabajado durante años 16 historiadores, también de las universidades de Salamanca, Córdoba y Almería, ha dicho a Efe que estos casi 6.000 masones pertenecieron a las 160 logias existentes en la región entre 1898 y 1936.

La implantación de la masonería en Andalucía fue mayoritaria en España incluso contando las logias de obediencia española implantadas en países como México, Argentina y Marruecos, y Andalucía también fue crucial en el resurgimiento de la masonería durante la dictadura de Primo de Rivera.

El historiador ha descartado que la proliferación masónica en la región se debiera a un efecto de "irradiación" de Gibraltar, aunque en la Roca siempre hubiera masones, en su mayoría militares, ya que "la masonería inglesa y la española son como el agua el aceite".

Mientras la masonería anglosajona, desde el XVIII, "es una institución muy respetada y prestigiosa, integrada por aristócratas, como un club filantrópico" la latina, además de considerada anatema por la Iglesia, se distinguió por su falta de medios y estuvo integrada por una clase media vinculada a valores burgueses y liberales.

No obstante, hubo logias andaluzas integradas casi por completo por extranjeros, como la denominada "Moralidad y Filantropía", cuyos miembros eran comerciantes de Gibraltar.

Masones andaluces lideraron la reorganización masónica en los años veinte además del Gran Oriente Español o principal federación masónica, y en los años treinta fue gran maestre el sevillano Diego Martínez Barrio, presidente de la República en el exilio, y en los años veinte Demófilo de Buen, catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Sevilla.

Según Álvarez Rey, la masonería Andalucía en vísperas de la República suponía el 50 por ciento de la masonería española, y ya en plena República entre 70 y 80 diputados andaluces habían sido masones, como lo fueron también los alcaldes de las capitales y de las principales ciudades andaluzas.

El historiador ha asegurado que fue "la política la que influyó en la masonería" y no, como quiso la propaganda franquista, la masonería la que influyó en la política, ya que el resurgimiento masónico de los años veinte se tornó en una nueva decadencia en los años de la República.

Álvarez Rey ha explicado esta circunstancia en el elevado absentismo registrado en las logias, una vez que sus responsables ostentaron cargos políticos y se dedicaron casi por entero a esa actividad política -por ejemplo, Fernando de los Ríos, ministro de Justicia republicano no acudió a ninguna reunión masónica desde proclamada la República hasta el año 34-.

"Las diferencias políticas también tuvieron su trasunto en las logias, haciendo la convivencia imposible y provocado que alguna se disolviera", ha añadido sobre el panorama masónico en la República.

Aunque desde 1921 los comunistas europeos prohibieron la pertenencia a la masonería, los hubo en Andalucía, como Cayetano Bolívar, conocido como "el médico de los pobres" y primer diputado comunista andaluz, que fue fusilado.

Por el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo pasaron la práctica totalidad de los masones, y la pena más frecuente que hubieron de afrontar fue de doce años de cárcel, si bien los que además de masones fueron dirigentes políticos de la izquierda recibieron la de treinta años de reclusión mayor, por la obsesión del franquismo de identificar masonería y comunismo, pese a lo cual las penas fueron sobreseídas o atenuadas en muchos casos.

Fuente: Agencias.