Un grupo de jiennenses reinstalará la masonería en la capital —más de siete décadas después de que desapareciesen las logias en la provincia— con la fundación del taller que llevará el nombre de Andrés de Vandelvira. Participan miembros de Jaén, Andújar, Linares, Úbeda y Bailén.
Una de las principales instituciones filantrópicas y simbólicas de la historia regresa a la vida. La masonería se restituirá en la provincia de Jaén con la fundación de la logia Andrés de Vandelvira mediante un rito escrito en el siglo XVIII. La reunión iniciática acontecerá a finales de octubre, en cuanto concluya la construcción del templo. A la cita asistirán oficiales de toda España, encabezados por el gran ma-estro de la Gran Logia de España, Óscar de Alfonso, uno de los pocos personajes públicos que representa a la organización más discreta de la sociedad.
Desde 1939 no ha habido actividad masónica en Jaén, aunque en los siglos XIX y XX llegó a haber más de cuarenta logias en la provincia, como las de Jaén, Linares, Quesada, Valdepeñas, Úbeda, Baeza, Andújar o Alcalá la Real. A lo largo de la historia, más de mil quinientas personas han pertenecido al colectivo, cuyo primer grupo del que hay constancia es el fundado por las tropas de Napoleón.
Así, y al contrario de lo que pudiera parecer, Jaén era una de las provincias con más logias en el país. De hecho, estaba entre las zonas más punteras, hasta el punto de que uno de sus talleres, el que llevaba el nombre de Lealtad, fue considerado como uno de los más relevantes de Andalucía y de España.Su actividad cesó en 1939, con la prohibición y seguimiento de su actividad. Los jiennenses han sufrido una diáspora en toda regla. Hay hasta una veintena de masones de Jaén en Barcelona, Madrid, Málaga, Cádiz, Sevilla y Granada, entre otros lugares.
Doce masones emprenderán la nueva singladura de la institución en el Santo Reino, aunque a finales de año las filas estarán integradas por unos veinte, ya que hay numerosos interesados en ingresar. El grupo estará compuesto por un venerable maestro —que se elegirá en la consagración— y por su cámara de oficiales. Llevará el nombre de Vandelvira porque fue un arquitecto, miembro del grupo selecto, que llevó una vida ejemplar. Por ello, la nueva logia de Jaén quiere honrar su figura.
El perfil del integrante jiennense del siglo XXI es el mismo que el del XVIII o XIX: personas con ganas de conocimiento, sabiduría y esoterismo, de profesiones diversas y de entre veinticinco a sesenta años. Los nuevos masones recogen el testigo de importantes miembros de la sociedad jiennense, como los alcaldes de la capital Eduardo Solá y José Calatayud o el político republicano Eduardo Moreno.
Fuera de tópicos malintencionados, el principal objetivo de los masones es el conocimiento racional y la filantropía. No se consideran un colectivo con influencia directa en la sociedad, y, desde luego, no están en contra de la religión ni de ninguna ideología. “Nosotros trabajamos sobre la simbología y sobre los números para reflexionar sobre los grandes principios universales, que son, al final, los que transforman a una persona”, asevera uno de los miembros que refundarán la institución, que ha de mantener el anonimato.
Vuelven con humildad y con ganas de recuperar el tiempo perdido, o el prohibido. Los masones regresan para quedarse.
Rincones de una historia por explorar
Una de las rutas más desconocidas por la capital es la de los rincones masónicos. Empezaría en el templo de San Ildefonso, porque es donde se unen tres grandes circunstancias esenciales: es el lugar en el que está enterrado Vandelvira, fue una de las primeras iglesias —cuya construcción comenzó siendo gótica y, por tanto, tuvo que estar relacionada con la agrupación de constructores masones— y porque está relacionado con uno de los últimos miembros del colectivo en Jaén, José Gómez Soriano, sobrino de Bernabé Soriano, que fue quien propuso la coronación de la Virgen de la Capilla. El itinerario continúa por la casa de José Calatayud San Martín —en la calle Hurtado—, que fue alcalde de Jaén y venerable maestro de una de las logias más importantes. Después, el camino sigue por la “Casa del Peto”, una antigua vivienda masónica en la primera mitad del siglo XIX. La siguiente escala es el Palacio de Covaleda-Nicuesa, llamado también “Casa de los Masones” por haber sido sede de la logia bonapartista. Cuando las tropas de Napoleón se marcharon, el Ejército español dejó abierto más de un mes el edificio para que se vieran las cámaras de simbología masónica. En la fachada gótica de la Catedral hay una marca de cantería, mientras que en la cara norte se ve la imagen de Salomón pisando una gran piedra, lo que guarda relación con el colectivo. En la calle Maestra estuvo la última sede de la logia de Jaén en 1939. El paseo acaba en la Fuente del Pato, tan típica de Jaén, que guarda una historia esotérica a su alrededor.
Fuente: El Diario