Fundadores de Mariano Arista

Fundadores de Mariano Arista

miércoles, 23 de septiembre de 2015

“El Principado da un millón de euros al museo de Fernando Alonso, pero ni 150 a un congreso de historiadores"


El XIV Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española se ha celebrado en Gijón, y ha sido un éxito pese al boicot recibido por parte de la Administración regional, gracias a los auspicios de un joven y activo historiador de la ciudad, Yván Pozuelo Andrés. Los cien historiadores internacionales que se dieron cita en el Antiguo Instituto Jovellanos, nos cuenta Pozuelo, han vuelto a sus regiones y países de origen enamorados de Asturias después de un maratón de ponencias y debates que comenzó el miércoles pasado con una disertación sobre la relación entre la masonería y la Iglesia en Centroamérica y concluyó el domingo con otra a cargo del mismo autor sobre la historia de la masonería costarricense. En el medio, otras 67 charlas sobre temas tan diversos como la introducción de la masonería en China por el imperialismo inglés a finales del siglo XIX, la compleja relación entre masonería y fascismo en Italia o la biografía de un masón a quien salvó de la muerte en nuestra guerra civil un amigo inesperado: el general Yagüe, más conocido como el carnicero de Badajoz. En esta entrevista, que tiene lugar en el comedor del Hotel Asturias, ya vacío de eruditos, Pozuelo hace balance tanto académico como económico —cada euro invertido por Divertia ha reportado quince a la ciudad, asegura— del intenso fin de semana que acaba de concluir.

Si no me equivoco, el XIV Symposium Internacional de Historia de la Masonería España se ha celebrado en Gijón no gracias a, sino muy a pesar de, la Administración regional asturiana.

La verdad es que hubo un poco de todo. En Gijón tuvimos la suerte de que la Sociedad Mixta de Turismo, que ahora se llama Divertia, nos dijera enseguida que sí y nos apalabrara unos siete mil euros en razón de nuestra capacidad de atraer a gente a la ciudad. Con eso nos lanzamos, aunque no era suficiente. Luego tuvimos reuniones con unos y con otros y conseguimos otros mil euros de la Concejalía de Educación. También contamos con el apoyo del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, aunque no fuera financiero. A nosotros, hay una parte de financiación que nos interesa evidentemente pero también hay una parte de colaboración gratuita entre instituciones que no nos interesa menos. Desde el primer momento, ellos nombraron a un representante del departamento para colaborar con nosotros, que fue Paco Erice, que hizo la inauguración junto con David Ruiz. Tuvimos todos esos apoyos, pero por lo demás, nada. Es la primera vez en treinta y tres años que el Gobierno regional correspondiente no da absolutamente ninguna ayuda. Al parecer no dimos la puntuación mínima exigida para obtener ciento cincuenta euros, que es el importe mínimo que se concede a estas cuestiones de interés regional. El museo de Fernando Alonso da la talla suficiente para merecer un millón de euros de subvención, pero nuestrosymposium no se merece ciento cincuenta euros.

Tampoco han recibido buena acogida por parte de otras asociaciones y fundaciones de historia.

No. Algunos de los historiadores que han venido son especialistas no sólo en masonería, sino en otras cuestiones: Iglesia, Estado, movimiento obrero, Centroamérica, etcétera, y yo pensé que ésta era una buena oportunidad para entrar en contacto con otras asociaciones y fundaciones de Gijón y Asturias a las que, aunque no les interese la masonería, sí les puedan interesar esos otros aspectos. Sin embargo, la respuesta fue negativa en todos los casos. Absolutamente nadie quiso colaborar. Cuando digo nadie es nadie. También tuvimos una pequeña mala experiencia con el Ateneo Jovellanos, que fue un poco increíble. Su presidente me ofreció que usáramos su sala, si estaba libre, para hacer el congreso; algo así como un préstamo cultural. Reservamos y nos dijeron: «Oye, como no está dentro de nuestro programa, no pongan nuestras siglas». Dijimos que ningún problema, pero después de hacer en febrero de este año la rueda de presentación del symposium tras dos años de preparación recibo un correo en el que el presidente me dice que lo siente mucho pero que, visto lo que había aparecido en la prensa —que era lo más normal del mundo, no sé a qué se referiría—, el Ateneo no podía aceptar que fuéramos allí a hacer el congreso. Todo un poco raro.

¿A qué se debe semejante rechazo?

A que el symposium es sobre masonería.

En pleno siglo XXI, ¿sigue siendo la masonería, hasta cierto punto, un tema prohibido?

Sí, sí. Cuarenta años después de la muerte de Franco, la masonería sigue suscitando recelos, y lo que es peor es que a veces los suscita en sitios donde hay intelectuales y gente estudiada. Esto no puede ser. No puede ser que se boicotee un symposium de historiadores, que es lo que somos: historiadores. Además, es curioso: siempre puede pasar que uno tenga prejuicios sobre En Cuba hay hoy 35.000 masones; en España, sólo unos cuatro milalgo, pero esos prejuicios deberían desaparecer cuando a uno le exponen la realidad. En este caso no pasa eso. Por más que expliques a determinada gente que sólo somos historiadores que estudian una determinada parte de la historia de manera desapasionada, con rigor y objetividad, no lo entienden. Podría ser lógico que esa falta de comprensión se diera con un symposium que fuera el primero o el segundo que se celebra, pero éste es ya el decimocuarto. Ya todo el mundo tiene que saber lo que es. Hay pocos congresos que se celebren con tanta regularidad, y eso que nos gustaría que fuera mayor. Lo hacemos cada tres años porque es agotador, pero nos gustaría que elsymposium fuese anual o bianual.

El symposium se inaugura con una mesa redonda en la que hay especialistas en las masonerías cubana, costarricense, mexicana e italiana. El profesor Aldo Mola, de Milán, diserta sobre la relación entre los masones italianos y el fascismo.

Esa mesa redonda fue muy potente, sí. Estamos hablando de historiadores de alto nivel en sus respectivos países, y sí, la intervención del profesor Mola sobre el fascismo fue interesante. Con ese tema pasa un poco lo de siempre: que ni todo es negro, ni todo es blanco. Mola nos explicó que en Italia hubo masones fascistas, pese a lo cual el fascismo prohibió la masonería. Eso pasó en Italia y pasó en otros sitios. Siempre se pone el ejemplo de Bolívar, que fue masón pero prohibió la masonería una vez tuvo el poder. En Italia sucedió lo mismo. Mola también nos habló de algo bastante sorprendente: al parecer, la famosa Marcha sobre Roma de Benito Mussolini en 1922 no existió, fue un mito. Mola tiene una documentación bastante potente que lo atestigua, y hay que creerle, porque sobre la documentación se monta la historia: no tenemos otro método.

El profesor Ferrer Benimeli, jesuita y la máxima autoridad en historia de la masonería en España, suele decir que no conoce ninguna institución tan transparente como la masonería en lo que respecta a acceso a su documentación, lo cual es una curiosa paradoja en una sociedad secreta.

La masonería es la asociación no religiosa más burocratizada del mundo. Desde hace tres siglos, de cada persona que entra en una logia se anotan el nombre, el apellido, la fecha e incluso la dirección. Sabemos dónde vivían los masones porque lo ponían en la documentación, igual que ponían si estaban casados y si tenían hijo. Esto del nombre simbólico, propio más bien de la masonería latina, al final daba igual: la policía sabía el nombre simbólico y sabía el de pila. Se suele describir a la masonería como una sociedad secreta, pero en realidad no lo es, y no lo es por algo muy básico: secreto es no saber, si sabes no es secreto. Además, ¿secreto para quién? Claro, para el campesino era secreto, pero lo era por analfabetismo, por ignorancia, etcétera. El que podía saber sabía.

En esa misma mesa redonda que inauguró el symposium, el profesor Torres-Cuevas, de la Universidad de La Habana, expuso una breve historia de la masonería en Cuba.

Sí. Torres-Cuevas es el director de la Biblioteca Nacional de Cuba. Ha sido un lujo tenerle aquí.

Cuba es, si no me equivoco, el único país socialista que jamás prohibió la masonería. De hecho, la masonería es una institución popular allí. Hay miles de masones.

La última cifra que tenemos es 35.000 masones. En Cuba nadie hace la pregunta de qué es la masonería: todo el mundo lo sabe. Volvemos a lo de antes: ni todo es blanco ni todo es negro, y no todos los países socialistas prohibieron la masonería. En Cuba hay masones.

La masonería no creó acontecimientos históricos. Su papel en la historia está sobrevaloradoPor comparar, ¿cuántos masones hay hoy en España?

Unos cuatro mil, pero es que la persecución que sufrió la masonería aquí fue brutal. Fueron cuarenta años de ataque continuo contra la masonería y los masones, un caso prácticamente único en el mundo. Tres meses antes de morirse, todavía Franco hablaba del complot judeomasónico en el balcón del Palacio de Oriente. Era una obsesión enfermiza.

¿Por qué esa permisividad hacia la masonería en Cuba?

Porque, tanto en Cuba como en cualquier otro país, la masonería es una de las asociaciones más fáciles de controlar. Sólo tienes que meter a uno de los tuyos en la logia. En Francia hubo un en los setenta un gran maestre, que había sido secretario de Trotski, empezó de trotskista y más tarde se hizo partidario de De Gaulle, que se propuso estudiar la composición de las logias y descubrió que en todas ellas había o un policía, o un gendarme, o uno de los servicios de información del Estado. Se sabe perfectamente lo que hacen. No hay secreto.

La masonería siempre se ha caracterizado por promover la democracia liberal burguesa. ¿No es eso un peligro para un régimen como el cubano?

No. La masonería es incapaz de hacer daño a ningún régimen del mundo. No hay una disciplina de partido, no hay una vanguardia, no hay radicalidad. Todos los masones del mundo, sea cual sea su obediencia, se caracterizan, creo yo, por una cosa: ser gente pacífica, no querer la violencia. Ser peligroso para un régimen sin violencia es un poco complicado.

Ferrer Benimeli también suele decir que la contribución de los masones al progreso humano es mucho más pequeña de lo que se suele pensar y de lo que a los propios masones les gusta creer.

Sí, sí. Yo siempre digo lo mismo: la masonería no creó acontecimientos históricos, fueron los acontecimientos históricos los que influenciaron a la masonería. La masonería siempre estuvo a remolque de los grandes acontecimientos históricos. Una vez que ocurre el acontecimiento histórico, los masones se ponen en marcha. Ésa ha sido siempre su función. Pensar que hicieron revoluciones o determinadas leyes, como la del divorcio o la del laicismo, es absurdo. Son cuentos. Al principio de la Revolución francesa había una gran cantidad de logias y al final sólo quedó una. ¿Dónde está la supuesta influencia de la masonería dentro de la revolución? A pesar de eso, la masonería tiene un interés histórico. No por no haber hecho las revoluciones ni ser secreta deja la masonería de ser interesante. Lo es porque en sus documentos se ve la huella de la historia. Se puede ver lo que ellos pensaban y cuáles eran sus preocupaciones, y eso es una riqueza documental impresionante.

El día 10 de septiembre, el symposium abre con una serie de debates en torno al congreso de Viena.

Sí, el congreso de Viena, que en España no se ha estudiado ni conmemorado demasiado, quizás porque sea el retorno de Fernando VII y por el nefasto papel del representante español. A nosotros sí nos pareció interesante aprovechar este bicentenario para abordar fenómenos muy interesantes de esa época, como la creación de logias en Cuba por los franceses expulsados de Haití tras la revolución de 1802. Es un período que se está estudiando ahora y que es muy interesante para entender la complejidad del proceso de independencia de América.

Otro fenómeno interesante de esa época es el de las logias Lautaro, sobre las cuales disertó La historia de Asturias es historia internacional. La historia local no existeen elsymposium William Almeida de Carvalho, del Grande Oriente de Brasil: sociedades secretas que conspiran por la independencia en las futuras naciones americanas y que utilizan los códigos de la masonería sin ser masónicas.

Exactamente. Se trata de asociaciones bastante numerosas y muy parecidas a la masonería en cuanto a simbología y estructura de funcionamiento, pero que no tienen nada que ver con la masonería. Ahí sí que podemos hablar de organizaciones y células conspirativas.

Se mete en el mismo saco, los meten en el mismo saco sus enemigos, a masones, lautaristas, carbonarios, etcétera; miembros de grupos y asociaciones muy diferentes aunque tengan puntos en común.

Exactamente. En Asturias, por ejemplo, se cree que Manuel de la Pezuelafue quien fundó la primera logia masónica en Oviedo durante el Trienio Liberal, pero es mentira. Era otro tipo de sociedad, de tipo más bien patriótico.

La profesora María Zozaya, de la Universidad de Lisboa, aborda el tema de la relación entre España y Portugal en el siglo XIX. Los masones fueron, en general, convencidísimos iberistas.

Hubo ese movimiento a favor del iberismo, sí. El tema de la relación entre España y Portugal es interesante en general: cómo muchas veces hemos estado de espaldas y en otras ocasiones nos hemos vuelto, nos hemos mirado y nos hemos dado cuenta de que no somos sólo vecinos, sino también hermanos. El tema también es interesante en cuanto los exilios: cuando hay problemas en Portugal, los masones portugueses se vienen a España; cuando hay problemas en España, los masones españoles se van a Portugal.

El jueves por la mañana hablan de la época del congreso de Viena; por la tarde, pasan al período que va del sexenio revolucionario a la crisis finisecular.

La edad de oro de la masonería española, que abordamos desde una perspectiva internacional. Nuestro symposium es un symposiuminternacional, que se ocupa de la historia de España pero lo hace desde una perspectiva internacional. De lo que se trata es de ver, de cada período de la historia de la masonería española, qué había a la vez en Francia, en Bélgica o en Costa Rica, para así comprender mejor qué había aquí. Concebimos la historia como algo global, universal. La historia de Asturias es historia internacional. La historia local o regional no existe.

¿Qué conclusiones se extraen de esa comparación entre España y el resto del mundo en lo que respecta a la masonería de finales del siglo XIX? ¿Sigue yendo España a la cola del movimiento masónico internacional aunque la masonería española viva su edad de oro?

No, es equiparable a los otros países. Hay muchas obediencias, tanto extranjeras como nacionales, y hay boletines y revistas que tienen cuatro, cinco, seis años de vida en los quioscos. Aquí en Asturias tuvimos La Verdad, que duró de 1887 a 1890 y fue una revista fantástica, una joya en la que escribían todos los intelectuales asturianos.

Una de las ponencias centradas en esa fase fue la de Víctor Guerra sobre el movimiento obrero en las logias asturianas. La relación entre el movimiento obrero y la masonería es un tema fascinante.

Sí, sí. ¿Qué hace un obrero en una logia de una asociación burguesa? Puedes entrar, pero, ¿cómo duras tantos años? ¿Cómo es posible queBakunin y Proudhon hayan sido masones, o que lo fuera Anselmo Lorenzo, el anarquista español, o Eleuterio Quintanilla, que entra en 1917 y nunca deja de serlo, o que esas personas, además de ser masonas, predicaran las bondades de Para Bakunin, el papel histórico de la masonería se acaba en 1830, pero él es masónla masonería a los demás y les dijeran: «Tenéis que ser masones»? Pues era posible porque algo en común a todos los líderes obreros que entraban en las logias era el pacifismo, la no violencia, la idea de la conciliación de clases. El mensaje era: «Somos diferentes, pero no hace falta que hagamos revoluciones y nos matemos: a lo mejor hablando nos entendemos». Era una idea un poco utópica, pero que efectivamente se daba. Es un tema muy interesante, lleno de matices. Bakunin y Proudhon eran masones, pero no eran el mismo tipo de masones. Bakunin entra en la masonería porque cree que es una sociedad secreta en la que puede conspirar para hacer la revolución, pero escribe —está en el archivo de Ámsterdam— que el rol histórico de la masonería se acaba en 1830, cuando ocurre en Francia la revolución de las tres gloriosas y la burguesía se asienta en el poder, y que después de eso la masonería ya no sirve para nada por sí misma. El caso de Proudhon es distinto: él no pasa del grado de aprendiz, pero escribe textos en los que dice que hay que ser masón. Se podía ser masón, en suma, por muchas razones. Los que lo son porque piensan que la masonería es una sociedad secreta de conspiradores salen rápido, porque no tardan en ver que ahí no hay nada. También los hay que son porque ven en la masonería una alternativa a la Iglesia católica, o por aquello de considerar tus amigos a aquéllos a los que tu enemigo considera enemigos.

Del mismo modo que la antimasonería metía en el mismo saco a todos sus enemigos, ¿también los amigos de la masonería lo metían, de algún modo, todo en el mismo saco? ¿Entendían que todo, las asociaciones obreras igual que las logias, eran instrumentos al servicio de la liberación del ser humano?

En cierto modo, sí.

Jesús Espinosa, de la Universidad de Cantabria, abordó un tema no menos curioso: el del «feminismo de hombres» en la masonería española entre 1868 y 1920.

La cuestión del feminismo y la masonería, que es un tema bastante sensible todavía, sí. Se daba la curiosidad de logias que sólo admitían a masones masculinos pero que querían que en la sociedad civil la mujer tuviera los mismos derechos que el hombre, y se daba la curiosidad de que había personas, en este caso mujeres pero en otros afroamericanos en Estados Unidos u hoy los minusválidos, que tienen dificultades para entrar en las logias porque el ritual no se lo permite, que insistían en entrar en una sociedad que las rechazaba. Parece absurdo, ¿no? Lo lógico sería: «¿No me quieres? Pues me voy a otro sitio». Sin embargo, ellas insistían.

¿Cuál era el pretexto para no aceptarlas? ¿La falta de libertad a la que también aludían en la Segunda República los progresistas contrarios a conceder el voto femenino, que entendían que el criterio de las mujeres estaba limitado por su sujeción a padres, maridos y confesores?

Sí, sí, exactamente. A veces también se remitían al código jurídico de la época, en el que no había igualdad entre hombres y mujeres y una mujer no podía ni ir al juzgado a presentar una denuncia. De todas formas, había debates en las logias a los que se invitaba a mujeres a dar charlas —lo que los masones llaman planchas—, y había mujeres admiradas por hombres, como Rosario de Acuña, que es un icono de la masonería y da nombre a una logia de Gijón, y algunas más. Es un tema complejo y uno de tantos que se abordan en las casi veinticinco mil páginas de estudios —veinticinco tomos— que lleva publicadas el Centro de Estudios Históricos de la Masonería desde 1983. Espero que pronto añadamos los dos tomos de Gijón: habrá, también, que pedir subvenciones para seguir la serie. Es importante, porque es memoria histórica. Ferrer No fueron cuarenta años de terror antimasónico, son ochenta y subiendoBenimeli y los veteranos del CEHME llevan haciendo memoria histórica desde antes de que se llamase memoria histórica, recuperando documentación sobre las vidas reales de los masones acusados, reprimidos o fusilados por el franquismo.

Es curioso: la reivindicación de la memoria histórica de la República y las organizaciones obreras es muy activa y ruidosa, pero de la de los masones, tan perseguidos por Franco como fueron, apenas se habla.

Sí, y realmente es un escándalo. Es un escándalo que aquí en Asturias no sepamos quién fue Quintanilla, o quién fue José María Loredo Aparicio, o quién fue Crisanto Alonso. Es una pena, y ocurre en todas las regiones de España. El Terror fue terrible, y lleva durando ochenta años. No fueron cuarenta años de terror, fueron ochenta y subiendo, lo cual explica lo del Ateneo Jovellanos y otras cosas del mismo tipo. Nos metieron el miedo en el cuerpo. Actualmente hay españoles masones que no quieren decírselo a sus familiares para que no crean cosas ni sufran. Eso es inadmisible, y hacer un ejercicio de memoria histórica es importante para ir rompiendo los prejuicios que existen. Van haciéndose cosas. En Andalucía acaban de publicar este año un diccionario biográfico de seis mil masones andaluces, y aquí también se está haciendo algo parecido. Una cosa bonita de este congreso, al menos para mí, es haber conocido a familiares gijoneses o asturianos de masones que se acercaron aquí. Muchas veces cometemos errores en nuestras reseñas, y esos familiares te corrigen diciéndote que su antepasado no nació en tal sitio, sino en tal otro, o en tal fecha, sino en tal otra. Que las familias empiecen a hablar y a aportar la documentación que tienen en sus casas es importante.

El jueves terminó con una tenida blanca abierta, es decir, una reunión masónica abierta al público, organizada por la logia Rosario de Acuña, de La Calzada.

Sí, fue espectacular y muy interesante, porque pudimos comparar con lo que nos habían hecho en Gibraltar en el anterior symposium otros masones de allá. La Rosario de Acuña es una logia joven, porque Franco rompió el cordón histórico aquí en España, y son gente que tiene ganas y que está aprendiendo y disfrutando. Además hicieron un homenaje a Ferrer Benimeli, que se lo merece muy mucho, no sólo como historiador de la masonería, sino como historiador en general: además de a masonería se ha dedicado a historia de los jesuitas, a recuperar archivos que estaban en el exilio, etcétera. Yo conocí la existencia de Ferrer Benimeli por recomendación de David Ruiz, que en su día me dijo: «Mira, hay un gran historiador de la masonería que se llama Ferrer Benimeli y es jesuita». Yo venía de Francia, donde viví desde los tres años y estudié, y dije, con toda mi arrogancia: «¿Jesuita? Éste es para mí». Claro, después empecé a leer y a leer y vi que no había por dónde meterle mano, que trabajaba impecablemente bien. No había nada que hacer, era el mejor. El homenaje de mis amigos de la logia Rosario de Acuña fue muy bonito. Estaba la sala a reventar. Nosotros somos muy independientes: no por ser amigo de masones voy a escribir mejor o a defender cosas de la historia de ellos, en absoluto. Pero tenemos muy buena relación.

El 11 de septiembre continúan abordando la fase que va del sexenio a la crisis finisecular y pasan a la que comienza con el Desastre de 1898 y acaba con la proclamación de la Segunda República.

Sí. Por la mañana tuvimos ocasión de conocer a Guillermo de los Reyes, de la Universidad de Houston, con quien yo llevaba años en contacto pero a quien no conocía en persona. Impresionante. Están haciendo una labor muy impresionante allí sobre la relación entre la historia de Estados Unidos y la de las masonerías de Centroamérica y el Caribe. Es interesante cómo la masonería pasa de unos a otros países en esos años de cambios, con la masoneríaLos masones decían que en los países con masonería era imposible que hubiera guerrassiempre alrededor del poder aunque no sea ella misma el poder. Ves cómo los masones escriben a los ministros y jefes de Estado y les dicen: «Oye, sería bueno que la Liga de los Derechos del Hombre defendiera esto y lo otro».

El viernes también hubo una ponencia sobre la masonería en Filipinas en la época de la independencia.

Sí, la pérdida de las colonias españolas de Filipinas, Cuba y Puerto Rico y cómo después de las independencias siguieron funcionando logias españolas en esos países. Podían haberlas prohibido todas, pero no lo hicieron. Las obediencias españolas acabaron desapareciendo sustituidas por obediencias nacionales, pero años más tarde y debido a problemas internos, no a que fueran perseguidas. Fue interesante esa conferencia deÁlvaro Jimena Millán. También la de José Miguel Delgado Idarretasobre masonería y democracia a finales del siglo XIX: cómo las logias son sinónimo de oxígeno democrático allí donde la libertad de imprenta, asociación, etcétera, está restringida.

El maratón de conferencias sobre el primer tercio del siglo XIX comienza con la presentación de un catálogo de diputados masones durante el reinado de Alfonso XIII.

Sí, eso es muy interesante y algo muy típico nuestro: las listas de personalidades masonas. Llevamos diez años haciendo esa lista y creo que ya nos estamos acercando a una que sea definitiva. Después tuvimos una ponencia de Ferrer Benimeli sobre la primera guerra mundial en el boletín del Grande Oriente Español: cómo los masones lanzaban en sus periódicos y revistas proclamas como que en los países en los que había masonería no podía haber guerra, porque que hubiera masonería significaba que había un espacio de libertad y que por lo tanto no había lugar a la violencia y el salvajismo, y unos meses después estalló la primera guerra mundial en Francia y Alemania, precisamente las cunas de las masonerías más potentes en Europa.

La ingenuidad de los masones.

Sí, sí. Son ingenuos y utópicos. ¿Es eso bueno, o es malo? Pues no sé, allá cada uno. La historia no consiste en decidir si algo es bueno o malo.

Usted da una conferencia sobre la logia Jovellanos.

La logia Jovellanos, sí, que tuvo veintisiete años de duración y de la que está todo registrado, aunque hay una parte de documentación que no tenemos porque la quemaron antes de la entrada de los franquistas en Gijón. Es increíble que no conozcamos más lo que significó aquella logia en la que había desde anarquistas hasta melquiadistas. De Melquiades Álvarez mucha gente piensa que, porque no asistió mucho a la logia por vivir en Madrid, era una especie de masón de segunda clase, pero nada de eso. Él reclutó a decenas de masones para la logia Jovellanos. Dirigía muy atentamente el partido y cogía a cada uno y le decía: «Tú, al círculo melquiadista; tú, al periódico El Noroeste; tú, a la logia». La logia Jovellanos era una de las asociaciones más públicas de Gijón y de Asturias: todo el mundo sabía quiénes eran masones. Querían la democracia y la república y son una parte de la historia de esta ciudad y de esta región. Querían no la Segunda República, sino la República, y muchos de ellos, cuando se proclamó la Segunda República, consideraron que aquélla no era la República que querían, que querían otro tipo de República, e incluso conspiraron. Pero bueno, eso es ya otro debate.

Ese día también tuvimos a Ernesto Burgos, que les habla de otra logia asturiana.

Sí, el triángulo Costa, radicado en Turón. Burgos nos contó que los antimasones vieron en ella laNo hay pruebas de que Franco intentara entrar en la masonería, aunque no se descartaprueba del famoso contubernio: el jefe de la logia era también el del Comité de Alianza Revolucionaria de la Revolución de Asturias de 1934 en Mieres. Sin embargo, él fue uno de los dos que votaron en contra de los famosos fusilamientos de los frailes de La Salle. Hay poca documentación, pero ya sólo tener una logia en la cuenca minera de 1928 a 1934 es una cosa interesantísimo. Se acaba en 1934 porque el estado de alarma que hay en el país hace que las logias que no eran las de Gijón prácticamente desaparezcan. Por otro lado, en la misma mesa que Burgos estánFernando Sigler, de Andalucía, donde están para mí a la vanguardia de la historiografía, con unos grupos de investigación impresionantes que trabajan muy, muy bien y de forma regular, algo que no tenemos en el norte de España, y Jeffrey Thyssen, un belga al que le encantó elsymposium, porque un congreso como el nuestro no lo hay en países como Francia, Bélgica o Inglaterra que son la cuna de la masonería. Thyssen nos presentó un período que en España es poco conocido, que es el de la guerra fría, y nos contó lo que se decía de la admisión de la España franquista en la ONU en los boletines masónicos de Estados Unidos. De la ONU se decía que era una obra masónica, y que dejara entrar a la España franquista en su seno fue para muchos un golpe muy duro, la depresión más absoluta. Los exiliados veían certificado con ello que no había retorno, que no había esperanza. Los mexicanos decían de los exiliados republicanos españoles que tenían el dedo índice recortado, porque de tanto dar golpes en la mesa con él diciendo: «¡El año que viene volvemos!» se les había acabado desgastando.

Por la tarde pasan al período de la Segunda República y el franquismo.

Sí. Un período muy estudiado, pero del que todavía nos quedan muchas cosas por entender y muchas simplificaciones de las que salir. En este bloque fue muy interesante la conferencia de Valeria Aguiar Bobet, de la Universidad Jaume I de Castellón, sobre la masonería española en el Marruecos español e incluso no español, donde hubo varias logias.

Existe la leyenda de que Franco intentó entrar en una de ellas y de que su inquina antimasónica se debe precisamente a no haber sido admitido.

Sí, pero nada de eso. Es una leyenda. También se dice que lo intentó dos veces. Hombre, es verdad que, en una conferencia que dio Ferrer Benimeli en los ochenta, un hombre se le acercó y le dijo: «Yo estaba en esa logia y tengo el documento». Ferrer Benimeli le pidió una copia, pero el hombre falleció poco después, sin tiempo de entregársela. Así que no hay pruebas. Pero bueno, hay mucho que dudar de esa historia. Es verdad que pasa muchas veces que dices: «Éste no puede ser masón» y lo es y al revés, que piensas: «Éste tiene que ser masón», y no lo es, pero el caso de Franco es para dudarlo mucho, incluso considerando que hubo un sector importante de militares masones. Además, es un tema bastante investigado. El famoso documento se ha buscado en Marruecos y en otros sitios y no se ha encontrado. Claro, los masones te dicen: «Como era jefe de Estado, cogió el papel y lo quemó o lo destruyó». Bueno, pues si está destruido no lo podemos reconstruir, y si no tenemos documentación que lo acredite no podemos decir esas cosas. Si hay una parte de la historia que nos es desconocida, no nos la podemos inventar. En todo caso, sí, había militares masones. De Aranda, el que se sublevó en Oviedo, sí sabemos que efectivamente intentó serlo, pero que fue rechazado.

Otro militar masón fue Segismundo Casado, el general cuyo golpe de Estado liquidó lo que quedaba de la Segunda República en 1939. Sobre él habló el profesor Francisco Sanllorente en el symposium.

No, no. Al final Sanllorente no vino. Fue una pena. Pero sí, es un poco lo que te comentaba: hubo masones luchando en el bando franquista y hubo masones que conspiraron contra la República desde dentro de la propia República. No toda la masonería era de republicana, de Los masones no eran comecuras, eran los curas los que eran comemasonesizquierdas y del Frente Popular: hay que desmitificar eso. ¿Una mayoría? Sí, podemos decir que era una mayoría. ¿Una gran mayoría? No, tampoco. Hubo varios generales masones importantes que se sublevaron contra la República. Claro, una cosa es el golpe de Estado y otra lo que ocurre después del golpe de Estado. Hubo republicanos que querían un golpe de Estado pero no el golpe de Estado que hubo, sino otro que restaurara una república de otro tipo distinto al de la que había. Claro, cuando después vieron en qué derivó la cosa, dijeron: «¡Joder, fuimos a peor!». No se puede jugar con fuego, porque te quemas seguro.

Más tarde hablaron sobre la represión de la masonería durante la guerra civil y el franquismo. Lo hizo el profesor Martínez López, de la Universidad de Almería.

La represión, sí, que es un tema cada vez más estudiado. Prácticamente podríamos hacer un gran diccionario de represaliados, tanto por ser masones como porque se pensara que eran masones aunque no lo fueran. Es un tema curioso, porque, como te digo, hubo militares masones que lucharon del lado franquista. Castigabas a personas que estaban luchando por ti. Una persona iba a morir por ti y se lo agradecías haciéndole la vida imposible, metiéndolo en la cárcel, torturándolo, matando, atacando a su familia, etcétera. Es increíble. El terror franquista es una cosa alucinante, y esta gente que trata de diluir un poco lo que fue el franquismo, de decir que bueno, que era una dictadura, pero que se podía vivir, es inadmisible. Que hubiera gente reprimiendo a personas que luchaban por ella da una buena idea del nivel de violencia del régimen. Y es curioso, porque los que tildan a la masonería de conspiración son ellos mismos los conspiradores. Estuvieron cuarenta años hablando de los conspiradores judeomásicos y los conspiradores habían sido ellos. Es como esta idea de que los masones son comecuras. ¡Es lo contrario! Son los curas los comemasones. El contubernio que existe no es el judeo-masónico-comunista, sino el antisemita-antimasónico-anticomunista. Es como si todo estuviera del revés.

La justicia al revés, que decía Ramón Serrano Súñer para referirse al castigo del franquismo a quienes se habían cumplido escrupulosamente con la legalidad republicana.

Sí, sí, es así. Aquí se aplica a la perfección.

¿Acabó el franquismo completamente con la masonería española? ¿No hubo alguna logia ultraclandestina que sobreviviera a la represión?

Hubo un par de logias en los años cuarenta en Barcelona y Granada, pero duraron muy poco tiempo, porque para eso estaban los servicios de información. Se las reprimió en seguida y hay una cuestión que es un poco fea y no suele gustar a los masones que se trate, que es que en cuanto cogieron a los venerables maestres, los venerables maestres delataron a todos los de la logia. Pasado ese primer intento rápidamente abortado, no hubo masonería, no. ¿Masones en sueños? Hombre, sí, claro que hubo masones en sueños. También había logias en las bases americanas, pero bueno, eso no es masonería española, es otro rollo. Franco acabó con todo. Curiosamente, el caso portugués es distinto, según nos explicó el profesor Antonio Pires Ventura, que va a organizar en 2018 el XV Symposium en Lisboa. Allí sí hubo logias clandestinas en la dictadura.

Felipe Debasa y Carlos Pulpillo les hablan más tarde del restablecimiento de la masonería en Madrid tras la dictadura. El del restablecimiento es un tema interesante. Ha costado muchísimo.

Sí, ha habido muchos problemas. Claro, la continuidad se acabó. Alguno vuelve del exilio, pero no vuelve ya como masón, se desvincula en algún momento, se cansa de estas cosas, sobre todo Originalmente, la masonería era en gran parte un entretenimientodespués de 1955, con la admisión de España en la ONU. Ellos habían intentado que la ONU reconociese como genocidio los fusilamientos y la represión contra la masonería, y ver eso en 1955 fue un mazazo. Así que no, la gente que restablece la masonería tras la Transición es gente joven. Hay algún enlace histórico, pero la mayoría son jóvenes. Y pasa lo de siempre: hay unas divisiones internas terribles, que sorprende en gente que uno se imagina tolerante y dialogante. Están siempre divididos y con pequeñas guerras entre compañeros que hacen que todo sea más complicado. Pero bueno, yo creo que ahora la cosa está cuajando un poquito más.

Quizás el problema sea que la masonería no tiene mucho sentido en el mundo de hoy, cumplidas ya las aspiraciones democráticas que se lo dieron en otro tiempo.

Hay otra cosa: originalmente la masonería también tenía mucho de entretenimiento. Era quedar entre amigos, entre negociantes, entre militares, entre gente del mismo gremio, y comer y beber. Hoy comer y beber lo podemos hacer en cualquier momento y tenemos un entretenimiento muy variado como para además meterse en esto.

El 11 de septiembre pasan a otro bloque de ponencias que continúa el 12, sobre biografías.

Sí. Primero hicimos la cronología histórica y una vez que llegamos a la actualidad volvemos al Congreso de Viena pero a través de biografías. Tuvimos varias, y todas tienen su importancia, pero de resaltar una yo resaltaría la de Alejandro Herrero Molina, que cuenta la historia de su abuelo, que fue masón, estaba condenado a muerte y por una serie de circunstancias personales y profesionales fue salvado por uno de los mayores carniceros del bando vencedor, el general Yagüe. Yagüe es quien lo salva escribiendo una carta y es curioso, porque la destitución de Yagüe ocurre como tres días después de esa insistencia suya para salvar de la muerte a este hombre. Curiosidades. Éste es un poco el trabajo que tenemos que hacer: colaborar con las familias y que las familias no tengan miedo ni sientan vergüenza de revelar estas cosas. Yo recuerdo que hubo una mujer que en 1998, cuando contacté con ella para pedir información sobre un familiar suyo, me dijo por teléfono: «¡Dejadnos en paz! ¡Ya nos habéis hecho demasiado daño!». ¡Pensaba que yo era un policía, en 1998! Entonces, bueno, se trata de relajarse un poco todos y colaborar.

El 12 de septiembre pasan a un bloque de ponencias ya más gremial, por así decir, el de fuentes y metodología.

Eso es lo nuestro, sí. Yo pongo el mismo ejemplo siempre: nosotros no preguntamos al investigador cuál es su nacionalidad ni a qué partido o sindicato pertenece, sino qué fuentes utiliza y cuál es su metodología. La de fuentes y metodología es una parte fundamental del symposium. Hay que ser muy preciso. Hay decenas de miles de libros sobre masonería y millones de documentos, pero que tengan un valor real para la historia es un porcentaje muy pequeño, así que tenemos que ponernos las pilas entre todos y saber discernir muy bien lo que es útil de lo que no lo es. Todo tiene que estar bien documentado. Es como lo que decía antes del supuesto intento de Franco de entrar en la masonería. «Claro, es que lo pudo hacer desaparecer…». Lo pudo no es historia. Recuerdo que, en una conferencia que dio Ferrer Benimeli aquí en junio, alguien comentó queJovellanos era amigo de masones importantes en Inglaterra, y que por ello debía de ser masón, pero las amistades de uno no deben ser ni un indicio, y el debía ser debe quedar proscrito en un trabajo de historia.

Una de las últimas conferencias del symposium fue ciertamente curiosa. Ricardo Martínez Esquivel, de la Universidad de Costa Rica, abordó el tema de la masonería en China en la segunda mitad del siglo XIX.

Hasta en el masón ateo hay una sensibilidad espiritual que yo no tengo en absolutoSí, un tema fabuloso. El imperialismo, que es todo lo contrario de lo que en teoría es la masonería, introduce la masonería en China, del mismo modo que la invasión bonapartista introduce la masonería en España. Estamos hablando de imperialismo y colonización. ¿Eso es bueno? ¿Se puede introducir así alguna cosa buena? No sé, lo dudo, ¿no? Pero bueno, fue así, y nosotros tenemos a este experto que es el primero que se está adentrando en este tema. Otra cosa curiosa relacionada con este tema es cómo Mao Tse-Tung prohibió la masonería pero no por asociarla al imperialismo inglés, sino al japonés. Como ves, en el symposium nos ocupamos de Europa y de América Latina, pero también de África y Asia. La historia es sólo internacional. Ese mensaje tiene que cuajar, aunque pasará tiempo y un par de generaciones de historiadores por lo menos antes de que eso pase. Si queremos entender la historia de Asturias hay que conocer la historia internacional. Hasta lo que pasó en una pequeña región de Armenia puede tener influencia en lo que pasó aquí, y por eso hay que conocerlo también. Evidentemente, nadie tiene la capacidad de saberlo todo, pero es a lo que hay que tender. Nosotros tenemos una revista, la REMLAC+, que empezó siendo la REMLAC, o sea, la Revista de Estudios de la Masonería en América Latina y el Caribe, y ahora es la REMLAC+, o sea, la revista de estudios de la masonería en América Latina y el Caribe y más. Conservamos la marca, que era conocida, pero pasamos a estar abiertos a varios idiomas y a publicar todo lo que sea científico.

¿Es frecuente que los historiadores de la masonería sean masones ellos mismos?

No es frecuente. En nuestra asociación, la mayoría no somos masones, aunque hubo algunos que empezaron siendo sólo historiadores y después acabaron ingresando en la masonería y ahora hay un cierto movimiento que es lo contrario: masones que quieren adentrarse en la historia de la masonería y ser historiadores. También hay masones que se creen historiadores sin pasar por el filtro de la Universidad, el trámite que hay que pasar para ser historiador. Saber leer y escribir no es suficiente para ser historiador: eso que es evidente para otras profesiones —nadie va a un congreso de cirujanos siendo cirujano amateur—, en historia no lo es. Se entiende que a un congreso de historia pueden ir historiadores aficionados pese a que la profesión de historiador sea, probablemente, la más difícil del mundo, porque es una confrontación constante con la mentira y la falsedad. Por otro lado, también hay masones que nos acusan de ser antimasones por no escribir la historia que ellos quieren ver escrita. Lo que Ferrer Benimeli hizo hace cuarenta años fue decir: «Todo lo que Franco dijo sobre los masones es falso: no son así, son así, así y así», pero después hay un segundo paso, que es seguir indagando una vez eso está claro. Al seguir indagando te encuentras con contrastes entre la teoría y la práctica, y cuando los cuentas ya no gusta tanto. A otros les encanta, porque entienden que lo mejor tanto para una persona como para una asociación es conocer la verdad, pero algunos se enfadan.

¿Nunca le ha tentado ser masón usted mismo?

No, no. Puedo decir que estoy orgulloso de tener amigos masones, personas magníficas como las de la logia Rosario de Acuña y otras, pero yo nunca lo seré. Yo soy trotskista, y creo que los masones son producto de la burguesía. Además, no tengo sensibilidad espiritual de ningún tipo. Hay gente que piensa que todos los masones son ateos, pero, aparte de que no todos lo son, hasta en el masón ateo hay una especie de sensibilidad espiritual —el alma, yo qué sé, ese tipo de cosas—, algo que no sabe definir pero que está ahí, que yo no tengo en absoluto. No todas las logias son iguales, no todas las obediencias son iguales, pero en general es así.

¿Qué balance hace de este XIV Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española?

Por cada euro público recibido hemos devuelto quince a la regiónUno muy positivo. Muy, muy positivo, tanto desde el punto de vista académico o científico como desde el punto de vista de la asociación. Vemos que hay vida, que va a haber mássymposiums, que hay materiales y que quienes siempre han tenido a los historiadores de la masonería como historiadores de nivel secundario que no sirven para nada ya se van enganchando y dándose cuenta de la importancia de lo que hacemos, porque hay muchas cosas de la historia en general que conocemos a través de la documentación masónica, o de la antimasónica. Tenemos muchos proyectos en marcha: exposiciones, coloquios… Un historiador francés, Éric Saunier, me ha propuesto hacer un coloquio específico sobre el exilio, que es una cosa que a mí me gusta mucho y que creo que sería positivo traer a Gijón y a Asturias. No todo van a ser congresos de médicos y de farmacéuticos. Eso está muy bien, pero también hay congresos potentes de historia, y aquí tenemos unos espacios fabulosos, aunque no tengamos unos gobernantes fabulosos. Por cierto, otros que nos ayudaron mucho —no quiero dejar de reseñarlo— fueron Renfe, Iberia y ALSA, que nos hicieron descuentos de verdad, no éstos que te descuentan por un lado lo que te añaden por otro. Eso fue una ayuda inestimable, porque un billete de Costa Rica o de Chile a Asturias es mucho dinero.

¿Percibe que los historiadores invitados quedaron satisfechos también?

Sí, sí. Disfrutaron mucho. Comieron, bebieron, hicieron visitas… Les hicimos, por ejemplo, la visita de la Laboral, con la que fliparon. Un historiador tiene que saber de todo, lo decíamos antes, y conocer los principales monumentos y edificios del mundo es una de sus labores. Claro, cuando llegan aquí y ven un edificio que debería estar en esa lista pero no lo conocen, alucinan. Alucinaron en colores. Quedaron encantados con todo, hasta con el clima, aunque lloviese un poco. Salieron de aquí enamorados de la región, y eso es positivo. Ojalá los volvamos a traer dentro de unos años. No necesariamente a unsymposium: hay muchas otras cosas que podemos hacer. A mí me gustaría, por ejemplo, un congreso de latinoamericanistas. Desde luego, para la región sería positivo. Yo tengo calculado que por cada euro que nos dieron las Administraciones hemos devuelto a la región quince. Hombre, está bien como inversión. A mí, si me ofrecen una inversión así, la hago enseguida. Y es que si me hubieran dado dos euros más no hubiera dado quince euros más: el cálculo no es así, no es «Mejor damos uno, porque total, te van a dar quince», no. El margen de beneficio aumenta exponencialmente cuanto más se invierte. Pero bueno, el Ayuntamiento se ha portado bien, y el symposium ha sido un éxito y será un espaldarazo para los nuevos proyectos que hay en marcha. Acabamos de cambiar de presidente —ahora es José Leonardo Ruiz Sánchez, responsable del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla— y va a haber cambios. Queremos salir un poco más fuera de nuestra cueva, hacer una página web, tener una difusión mayor, hacer libros. A este symposium no trajimos nuestros libros para venderlos, ni entre nosotros ni a los demás. Somos un desastre con esto de la comunicación y el marketing. Es más, yo pensé incluso que podíamos hacer algo que hacen en América Latina y me gustó mucho cuando estuve por allá, que era hacer una camiseta o polo del symposium. Eso es un recuerdo fabuloso que vas a tener siempre. Somos incapaces de meternos en ese rollo. Es como que somos intelectuales y los intelectuales no tienen que rebajarse a hacer camisetas. También me gustaría haber organizado una exposición paralela al symposium que tengo en la cabeza desde hace diecisiete años: la de los enseres masónicos que Franco requisa cuando llega aquí y envía a Salamanca, donde están ahora. Ese material del templo masónico que había en Gijón nunca ha vuelto. Somos incapaces. No hay ningún político asturiano, gijonés, ovetense o avilesino que diga: vamos a hacer una exposición y que ese material que fue robado, manipulado y tergiversado vuelva aquí una semana, quince días, un mes para que lo veamos. Lo tengo todo preparado y sólo falta que alguien le dé ese impulso necesario desde la Administración. Cuando ellos quieran. Pero bueno, si no quieren, yo no soy como las mujeres en cuanto a la masonería: no insisto.

Fuente: Agencias.