Fundadores de Mariano Arista

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jueves, 24 de septiembre de 2015

Los masones se alejan del misterio y abren sus puertas a la sociedad


Los masones se alejan del misterio y abren sus puertas a la sociedad

"Creemos que la sociedad Argentina precisa ambientes de discusión neutra, alejados de la agenda inmediata. Es así que decidimos salir a ofrecer ese lugar de disenso y consenso", señaló hace unos días Nicolás Breglia. Lo hizo en el marco de los festejos por los 120 años de existencia de la Masonería en Pilar, que organizó la Logia Masónica Unión del Pilar, en una conferencia que colmó la capacidad del lugar. Es que Breglia es el "Muy Respetable Gran Maestre", es decir uno de los más importantes masones de la Argentina, el de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
Tradicionalmente, la masonería sufrió acusaciones de cualquier tipo, y su historia fue vinculada bizarras leyendas mitológicas. Que todo masón tenía un fervor inmoderado por la intriga –es decir, por la afición en influir en secreto en los sectores más influyentes de la sociedad, y a menudo en provecho propio-, que en los ritos había sangre y sexo, "y muchas otras pavadas. No es así en absoluto", sostiene Breglia. "Hay filmes, hay novelas que relacionan a los masones con oscuros intereses económicos o políticos. Pero no son más que ficciones que tratan de venderse más, y lo consiguen."
Tiempo Argentino llegó hasta la sede central de la masonería argentina, la Gran Logia de la Argentina, un gran edificio decimonónico sobre la calle Perón al 1200, que ostenta una fachada neoclásica. Apenas se ingresa, dos bustos recibirán al visitante: a la izquierda el de San Martín. A la derecha ,el de Sarmiento.
Requisito para ser masón: "Ser hombre libre y de buenas costumbres, tener una edad mínima de 18 años, poseer inteligencia y cultura necesaria para comprender y practicar las virtudes masónicas".
La historia de la masonería está ligada a la historia del desarrollo de las ideas en Occidente (ver recuadro). En nuestro país, viajeros, comerciantes, militares, intelectuales procedentes de Inglaterra, España, Francia y Portugal, difundieron las logias en América del Sur. En Buenos Aires, como explica a este diario Breglia, las primeras noticias de esta "hermandad" se remontan a fines del siglo XVIII. La primera logia en territorio argentino fue la Logia Independencia, con autorización, en 1795, de la Gran Logia General Escocesa de Francia. "Pero claro, en este existe una gran dificultad para fechar con exactitud los orígenes de manera fehaciente. Esto es por la propia naturaleza de las sociedades cerradas o secretas, a lo que se suman las políticas represivas."
Son cerca de unos 6 millones los masones en el mundo. En la Argentina, unos 12 mil, de los cuales 5000 se congregan regularmente. En la actualidad, existe un movimiento revolucionario dentro de la masonería, y es dejar el histórico afán por el secreto de sus actividades.
"Yo diría más bien que queremos forjar un lugar de debate público. Pero el proceso viene desde hace tiempo. Existe una apertura que empieza a partir de la reinstalación de la democracia en la Argentina. A la masonería le va muy bien en las democracias y muy mal en las dictaduras porque hemos sido perseguidos", añade Breglia.
Tienen mucho que decir los masones en el ámbito de la política, la cultura y la sociedad". Si se repasa la historia, se ve que lo han tenido siempre (ver recuadro).
"Lo único que exigimos es ser un hombre libre y de buenas costumbres, lo que quiere decir llevar una conducta ética", dicen los masones. Eso y llenar un manuscrito.
¿Y la presencia de las mujeres? "Es un tema por el que estamos luchando. Cuando se conformó la masonería tal como la conocemos, en el año 1717, la mujer no tenía prácticamente participación en la vida política y social de los pueblos. Entonces se constituyó una masonería de hombres. No hay un Vaticano de la masonería porque todas las grandes logias son autónomas entre sí, pero existen normas que tenemos que cumplir. Por ahora no está emitida la incorporación de la mujer bajo nuestra gran logia."
"Pero lo que hemos hecho -concluye- es patrocinar la masonería femenina, les prestamos los templos. Tienen logias aparte. Llegará el día en que trabajemos en forma conjunta", dice Breglia.

Distintos frentes de ataque

Las logias tuvieron enfrentamientos históricos con la Iglesia Católica. Pero hoy, según Breglia, apoyan al papa Francisco, por todo lo que está promoviendo. A la larga lista de grandes figuras de la historia argentina que fueron masones, aseguran que incluso Juan Domingo Perón estuvo ligado a la masonería.
Para Breglia, la masonería tuvo participación en todos los hechos trascendentes de la política argentina, y en dos sobre todo: en el proyecto de salud –los hospitales públicos de la ciudad de Buenos Aires, en su mayoría, llevan nombres de médicos masones–. El otro es el proyecto educativo que Domingo Faustino Sarmiento preparó para Chile pero que el presidente chileno rechazó porque quería una educación estratificada para aristócratas y obreros. Sarmiento presenta el proyecto en la masonería. Se forma la logia docente presidida por Vicente Fidel López. Convocan a los grandes pedagogos del país y trabajan en el congreso pedagógico de 1882. Y se logra la sanción de la Ley 1420, que se denomina "de los guardapolvos blancos" porque iguala y da la posibilidad a todos, sin distinciones de clases sociales, de incorporar conocimiento. Ese proceso va culminar en 1918 con la reforma universitaria. Si se lee el manifiesto liminar del año 1918, es una definición masónica sobre el libre pensamiento y el laicismo. Sucede que la masonería fue revolucionaria: nace para enfrentar a factores de poder que creían que eran inamovibles. Y los combate. En las primeras masonerías de artesanos en la Edad media ya se trabajaba con horarios diarios no mayores a ocho horas, nunca de noche, etcétera. Hubo que esperar siglos –explica Breglia– para que los principios de la masonería se aplicaran en Occidente, con la Revolución Francesa.

Cómo convertirse en masón

"Ser hombre libre y de buenas costumbres", exigen las logias del aspirante. Y "tener una edad mínima de 18 años. 
Poseer inteligencia y cultura necesaria para comprender y practicar las virtudes masónicas." 
¿Qué significa: hombre libre y de buenas costumbres? "Hombre libre es aquel que tiene libertad para expresar sus pensamientos. El que carece de vicios que lo esclavicen.
Para ser hombre de buenas costumbres deberá obedecer las leyes del país en que reside, venerar a su patria, y honrar a su familia; ser tolerante y respetuoso con las ideas políticas y religiosas de sus semejantes. Imponerse la seriedad de los conceptos, el decoro de las formas y observar una conducta moral y la ética en su vida privada y pública."
¿Cómo se solicita el ingreso? Puede ser por invitación de un masón que se reconozca como tal, o por propia decisión. Si es por propia decisión podrá hacerlo por escrito (usando el correo postal o el correo electrónico o el formulario en linea en www.masoneria-argentina.org.ar.  También puede hacerlo en forma personal presentándose ante la Secretaría de la Gran Logia. En cualquier caso el candidato deberá llenar una solicitud con sus datos personales. "Luego la Logia, a cargo de su solicitud, realizará con discreción y delicadeza las indagaciones que crea conveniente, para preservarse de candidatos que, por su reprochable conducta moral, privada o pública, no merezcan pertenecer a la Orden. De no surgir objeciones para su ingreso se le comunicará la fecha de su iniciación."

Una historia que no es nueva

Los inicios de la masonería, en términos de institución, no se remontan a Adán y Eva, como hay quienes lo sostienen, sino al XIII, cuando puñados de albañiles (en francés, maçons) comenzaron a independizar sus gremios de la tutela de los benedictinos.
Los nuevos gremios, algo así como los sindicatos de la actualidad, monopolizaban la construcción de las catedrales y los castillos, que a su vez eran los proyectos más lucrativos de la época. Para descansar se reunían en chozas o talleres (en francés, loges) en donde a su vez llevaban a cabo sus juntas y reuniones. 
Como era común en esos años, los gremios adoptaron ceremonias y  rigurosos procesos de admisión y selección para proteger sus técnicas y conocimientos de albañilería y construcción del gótico. Asimismo, los conocimientos eran impartidos de acuerdo a su jerarquía en las obras: maestro, compañero o aprendiz.
Dada su relación con la Iglesia, basaron todos sus ceremoniales en la Biblia, y dado que eran constructores, recurrían frecuentemente al único pasaje bíblico que detalla un proceso de construcción: la construcción del Templo de Salomón.
Con el tiempo los gremios fueron creciendo y diseminandose en varias ciudades. Como no existían los certificados ni las membresías, comenzaron a adoptar palabras que les permitían comprobar su jerarquía en otra ciudad.

Hacia el siglo XVIII los miembros dedicados a la construcción habían pasado a ser la minoría y los intelectuales habían asumido el control de la organización.

Fuente: Agencias.