Franco quiso ser masón, le rechazaron y como consecuencia desarrolló su inquina obsesiva contra la Masonería. Este es el tópico que personas como Javier Otaola más veces han tenido que desmentir. Otaola llegó a ser Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Española (1997-2000) y es Miembro del Supremo Consejo Masónico de España con grado 33. Su Nuevo libro, La logia y la ley del deseo (Ed. Atanor), trata de ofrecer al lector información e Historia de la Masonería para que cada uno forme su opinión en torno a esta organización "sobre hechos acreditados y no cosas fantasmagóricas".
A lo largo de la Historia, los regímenes totalitarios han perseguido a la Masonería y la Iglesia nunca la aceptó. Esta combinación de factores ha sido la causa de que en países como España haya vivido oculta y vinculada con lo oscuro, lo maligno y lo prohibido. En el caso concreto de España, Franco, hasta el último momento de su vida, hizo lo posible por desacreditarla como represalia por haber defendido la legalidad de la República tras el golpe de Estado.
Según cuenta Javier Otaola en esta entrevista en Periodista Digital,
"La Masonería ha sido denostada por un perfil de adversarios que tienen un área de familia muy significativo: Nazismo, fascismo italiano, salazarismo portugués, regímenes bolcheviques... Todos tienen un elemento en común."
"Mientras que los países de larga tradición democrática son los países de larga tradición masónica."
En el siglo XXI la Masonería se quita los velos que otros le pusieron para mostrarse a la sociedad tal y como es.
"La Masonería no es una Iglesia a la que haya que pertenecer para salvarse ni es un grupo exclusivista en el que si no estás quedas apartado. Es, en realidad, una vía de reflexión que se puede vivir con total libertad".
No es una Iglesia, pero si requiere una "actitud religiosa".
"Una actitud piadosa de respeto hacia la vida y hacia las posiciones espirituales de unos otros."
Esta característica, como sostiene Javier Otaola, otorga a la Masonería un papel moderador que se puede extrapolar a toda la sociedad.
"Esto lo deduzco del estilo de trabajo que tenemos en Logia. El hecho de que allí se haya personas de credos diferentes, de posiciones políticas diferentes, de distinto nivel académico hace que nos tratemos de un modo respetuoso y de reconocimiento al otro en su búsqueda de la verdad con buena fe".
"Te obliga a un ejercicio constante de apertura y de diálogo. Si esta actitud es sincera marca un estilo personal. Porque cuando tendemos a tratar con personas que son como nosotros lo que hacemos es confirmarnos en lo que somos y nos cerramos a cualquier cambio. En la Masonería tenemos que ser capaces de ejercer un constante diálogo con otras posiciones."