Se pregunta con sobradas razones el autor qué pasa con la masonería paraguaya en los últimos tiempos. ¿Ha venido a acontecer que está entrando en decadencia? ¿Se encuentra en un momento de caos?
Aclaración que no debe ser pospuesta para entrar en las páginas que abordan el singular mundo de los masones: La masonería es una institución discreta que no pretende fines religiosos, pero que gira en torno a símbolos y busca encontrar las luces en la filosofía para ir derrotando las "luces" de la oscuridad. ¿Qué ser humano no busca encontrar en algún momento de su existencia la verdad? Pues bien, la masonería se encuentra abocada a tal búsqueda. Quien la halle, puede darse, supongo, por persona plena. Quien no la encuentre ha de seguir buscándola.
Augusto Casola se refiere en forma directa al cisma de la masonería paraguaya acontecido en 1996, alegando que con falsedades y argumentos espurios se cubrió la inmoralidad y se recurrió a los HH:. que se dividieron en grupos enfrentados porque creían, tal vez de buena fe, que la verborragia elocuente bastaba para justificar la ubicación en los altos cargos simbólicos y el Supremo Consejo.
Pues bien, que el mundo gira sobre su eje no se pone en duda en ningún momento, pero que muchas instituciones en las que se pretende fomentar la fraternidad, la unión, la valoración de las virtudes empiezan a resentirse, pues su eje va debilitándose, ya tampoco se pone en duda.
Desde el inicio de los tiempos, el hombre busca (tal parece) entender, comprender la vida y su contrario, o su fin, o sea la muerte. ¿Tiene la respuesta la masonería a tan grande interrogante? Es más: ¿Tiene las contestaciones a tantas preguntas?
Imaginemos a un hombre en plena tempestad y oscuridad, perdido de su camino, y llamando varias veces a la puerta de lo que puede ser una posada en busca de amparo y de refugio.
Afanosamente los aprendices llaman a la puerta del templo. En ese templo no se encontrarán con religión alguna, sino con un camino personal y alegorías manifiestas a través de la referencia simbólica para que puedan ir hallando aquello que se encuentra oculto tras la apariencia visible de las cosas.
Casola opina que el hombre es un perpetuo peregrino que avanza a ciegas sobre las baldosas blancas y negras del pavimento del camino de la vida. Igualmente opina que el ser humano es esclavo del miedo intelectual. Y este miedo viene del estado de la comprensión y la conciencia del saber.
Hace una reflexión que no se puede pasar por alto, ciertamente, y que va dirigida como un dardo a la gente: El hombre es el ser más cruel, destructivo y sanguinario de todos, a la vez que piadoso adorador de dioses, a veces tan duros, astutos e inmisericordes como él, cuyas características impone y varían en función al nivel de sutileza proveniente de la cultura a que pertenece por nacimiento.
Así pues, sin medias vueltas, escribe este libro al autor, tomando su experiencia en la masonería como gran aliada.
Fuente. ABC Digital.