Fundadores de Mariano Arista

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martes, 12 de febrero de 2013

Algo está fallando



No hemos asimilado que a los hermanos los debemos edificar y no hablar mal de ellos, el cántico gradual de David que leemos en el Salmo 133 al iniciar los trabajos nos dice que Dios bendice la armonía:

1 ¡Oh cuán bueno y agradable es * convivir los hermanos en unidad!
2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, * el cual desciende sobre la barba,
3 Sobre la barba de Aarón, * y baja hasta el collar de sus vestiduras.
4 Es como el rocío del Hermón, * que desciende sobre los montes de Sión;
5 Porque allí manda el Señor la bendición: * la vida por siempre jamás.

Sí lo detallamos lo que reza la oración nos daremos cuenta que no estamos a tono, que lo imploramos como las beatas del confesionario que todos los días van a la iglesia, se confiesan para poner el marcador de pecados en ceros (odómetro) y creen que el reino de los cielos se gana con jaculatorias.

Aunque el salmo es para todos, nosotros lo adoptamos como parte de nuestro ritual para que sirva de catarsis, al momento de leerlo recordar que debemos vivir en armonía, pero qué curioso saliendo de la tenida se nos olvida y en lugar de edificarnos nos destruimos con facilidad.

Es un hecho que a muchísimos hermanos los seduce la posibilidad de ocupar un puesto en la administración civil y sucede con no poca frecuencia que utilizan a la Gran Logia como peldaño para escalar hasta llegar a cargos públicos y cuando ya están en el poder se olvidan que somos iguales y se acomodan en una escala superior olvidando el Landmark número XXII que dice: "Todos los MMas.·., son iguales".

La conclusión del presente trazado es que somos constructores que no hemos aprendido a edificarnos a nosotros mismos, alguien preguntaría y ¿Qué es construirnos a nosotros mismos?. La respuesta es: hablar bien de los hermanos.

Decía Samuel Johnson, literato, historiador y poeta inglés, que debemos mantener a nuestras amistades siempre alimentadas con el fuego del afecto, el calor del entusiasmo y la llama viva del aprecio. El poeta sugería un esfuerzo adicional para conservar a los que queremos y puntualizaba que así como las vestales romanas cuidaban el fuego sagrado, así debiéramos cuidar a los amigos, y yo diría a los hermanos. Y es que el sagrado fuego de las vestales era el símbolo de la fe y del amor casto, era también el emblema de la gente universal

Debemos edificarnos. Hasta la próxima.

Alfonso Cruz Sahagún, M.·. M.·.
Ex-V.·. M.·. de la Resp.·. Log.·. Simb.·. "Fiat Lux" Nº9